PREPARACIÓN:
Antes de la salida del celebrante
Hermanos, nuestra celebración eucarística de este domingo vigésimo octavo durante el año, debe ser de un momento fuerte de encuentro con el Señor y con nuestros hermanos, que debe estimularnos a tener una existencia cristiana tal como nos lo propone Jesús, y revisar profundamente el papel de la Palabra en nuestra vida diaria.
AMBIENTACIÓN:
Luego del saludo inicial y antes del acto penitencial
El Señor nos expresa claramente que todos los hombres somos llamados a participar de su Reino; y para poder hacerlo es necesario que vivamos de una manera comprometida con su palabra, esa palabra que hoy se nos dice que “es viva y eficaz, más cortante que cualquier espada de doble filo”; palabra exigente, que debe producir un verdadero cambio en lo profundo de nuestro corazón y de nuestras vidas, en donde nada material, ni ningún otro afecto, pueda anteponerse al verdadero amor a Dios y al estricto cumplimiento de su Evangelio de vida.
1ª. LECTURA: (Sb 7, 7-11)
Este libro sapiencial nos dice que el sabio no es el que ostenta títulos y merecimientos, sino aquél que capta la verdad de las cosas y descubre en ellas una gran riqueza espiritual.
SALMO RESP.: (89, 12-17)
R. Señor, sácianos con tu amor.
2ª. LECTURA: (He 4, 12-13)
En el corazón de los primeros cristianos surgió esta vibrante proclamación de la fuerza y actualidad de la Palabra de Señor. Palabra que se realiza porque es lo que Dios quiere hacer.
EVANGELIO: (Mc 10, 17-30)
Jesús nos invita a prescindir de nuestras seguridades materiales para lanzarnos a una aventura fascinante: hallara a Jesús y la vida nueva
ORACIÓN DE LOS FIELES:
CELEBRANTE:
Queridos hermanos, presentemos a Dios, nuestro Padre, con total confianza de verdaderos hijos suyos que somos, nuestra oración por las necesidades de la Iglesia, del mundo y de todos los hombres.
GUÍA: A cada una de las peticiones responderemos orando:
"SEÑOR, ESCÚCHANOS Y HAZNOS TRABAJADORES DE TU REINO DE AMOR"
v Por la Iglesia y el Santo Padre, para que todos participemos en su misión universal de llevar a todos los hombres del mundo en seguimiento de Cristo, en camino hacia el Reino de Dios, oremos...
v Por nuestros obispos y nuestros sacerdotes, para que junto a ellos sigamos a Cristo, con la certeza que si hacemos que su palabra sea en nosotros viva y eficaz, Dios nos dará en esta vida el ciento por uno y después la vida eterna, oremos…
v Por nuestra patria, para que se depongan las lucha por egoísmos y ambiciones, personales y sectoriales, y todos nos unamos de verdad para poder construir una nación cada vez más fraterna y más solidaria, oremos...
v Por todas las comunidades cristianas, para que en ellas se abran el corazón y las manos de todos, y así contribuyamos con generosidad en la ayuda de tantas familias que se encuentran careciendo de lo indispensable para poder subsistir, oremos...
v Por nuestra comunidad, para que demos respuesta a lo que Cristo sigue pidiéndonos: no poner nuestra confianza en lo material y estar dispuestos a dejar todo lo que nos impida, retrase o retarde poder entrar y vivir en su Reino, oremos…
CELEBRANTE:
Dios y Padre nuestro, que quieres que todos los hombres se salven y vengan al conocimiento de la verdad, ayúdanos a trabajar cada día con mayor entrega en la salvación de los hombres, para que junto con todos nuestros hermanos, incorporados a tu Iglesia, podamos llegar a ti. Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:
Ofrezcamos ahora al Señor, junto al pan y el vino, toda nuestra vida y nuestras cosas, para que toda ella quede también consagrada a Dios.
Al término del “Lavatorio de Manos” y cuando el celebrante vuelve al centro del altar y antes de la oración siguiente, se hace poner de pie a la asamblea
DIÁLOGO DEL PREFACIO:
Al iniciarse el Prefacio (antes de "El Señor esté con vosotros")
Con la alegría que nos produce el saber que somos hijos de Dios, alabémoslo porque es él quien nos ha llamado a forma parte de su Reino y quiere extenderlo a todos los hombres.
COMUNIÓN:
Que nuestro encuentro con Cristo, que se dan en nosotros en el sacramento de la Eucaristía, nos ayude a abrirnos y a entregarnos más a nuestros hermanos, a servirlos y a comunicarles nuestra fe.
COMUNIÓN ESPIRITUAL:
Al término de la distribución de la comunión.
Hermanos:
Todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado,
pueden hacer la Comunión Espiritual rezando la siguiente oración:
Creo Señor mío que estás realmente presente
en el Santísimo Sacramento del altar.
Te amo sobre todas las cosas y deseo
ardientemente recibirte dentro de mi alma;
pero, no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si te hubiese recibido, me abrazo
y me uno todo a Ti;
Oh Señor, no permitas que jamás me separe de Ti.
Amén.
DESPEDIDA:
El fruto de esta Eucaristía debe ser el escuchar la palabra de Dios, que es seguir a Cristo, en un seguimiento que, lejos de enorgullecernos de lo que cumplimos bien y meticulosamente, nos interroguemos sobre aquellos aspectos que debiéramos de mejorar para ser totalmente suyos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario