Domingo sexto del tiempo ordinario
Salterio II
Color: verde
INTRODUCCIÓN
La lepra era considerada en el Antiguo Testamento un castigo de Dios y el leproso considerado impuro, era apartado de todo contacto social, y por supuesto, también de la asamblea religiosa. Jesús se acerca al leproso, lo sana y lo compromete a observar la Ley cumpliendo con el precepto de presentarse ante el templo. Esta actitud de Cristo nos llama a vivir en la misericordia, a acercarnos al hermano que sufre, al que es marginado por su condición. El Señor Jesús nos llama a vivir una caridad auténtica y, muchas veces, la medicina más eficaz es la mano extendida en signo de acogida y comprensión. El Señor nos llama a estar atentos al sufrimiento del prójimo.
La lepra era signo del pecado y el máximo servicio que realizó Cristo a la humanidad es la sanación de la enfermedad y de la muerte del pecado.
Antífona de entrada Cf. Sal 30, 3-4
Señor, sé para mí una roca protectora, un baluarte donde me encuentre a salvo, porque tú eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre, guíame y condúceme.
Gloria
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que te complaces en habitar en los corazones rectos y sencillos, concédenos la gracia de vivir de tal manera que encuentres en nosotros una morada digna de tu agrado. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
El leproso vivirá apartado y su morada estará fuera del campamento.
Lectura del libro del Levítico 13, 1-2. 45-46
El Señor dijo a Moisés y a Aarón:
Cuando aparezca en la piel de una persona una hinchazón, una erupción o una mancha lustrosa, que hacen previsible un caso de lepra, la persona será llevada al sacerdote Aarón o a uno de sus hijos, los sacerdotes.
La persona afectada de lepra llevará la ropa desgarrada y los cabellos sueltos; se cubrirá hasta la boca e irá gritando: “¡Impuro, impuro!”. Será impuro mientras dure su afección. Por ser impuro, vivirá apartado y su morada estará fuera del campamento.
SALMO RESPONSORIAL 31, 1-2. 5. 11
R/. ¡Me alegras con tu salvación, Señor!
¡Feliz el que ha sido absuelto de su pecado y liberado de su falta! ¡Feliz el hombre a quien el Señor no le tiene en cuenta las culpas, y en cuyo espíritu no hay doblez!
Pero yo reconocí mi pecado, no te escondí mi culpa, pensando: “Confesaré mis faltas al Señor”. ¡Y Tú perdonaste mi culpa y mi pecado!
¡Alégrense en el Señor, regocíjense los justos! ¡Canten jubilosos los rectos de corazón!
SEGUNDA LECTURA
Sigan mi ejemplo, así como yo sigo el ejemplo de Cristo.
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 10, 31—11, 1
Hermanos:
Sea que ustedes coman, sea que beban, o cualquier cosa que hagan, háganlo todo para la gloria de Dios.
No sean motivo de escándalo ni para los judíos ni para los paganos ni tampoco para la Iglesia de Dios.
Hagan como yo, que me esfuerzo por complacer a todos en todas las cosas, no buscando mi interés personal, sino el del mayor número, para que puedan salvarse.
Sigan mi ejemplo, así como yo sigo el ejemplo de Cristo.
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Lc 7, 16
Aleluya.
Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo. Aleluya.
EVANGELIO
La lepra desapareció y quedó purificado.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 1, 40-45
Se le acercó un leproso a Jesús para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: “Si quieres, puedes purificarme”. Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: “Lo quiero, queda purificado”. En seguida la lepra desapareció y quedó purificado.
Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente: “No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio”.
Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a Él de todas partes.
Credo
Oración de los fieles
Imploremos, hermanos, al Dios de misericordia y pidámosle su ayuda para poder invocar su nombre con sentimientos que le agraden:
Por la paz de todo el mundo, por la prosperidad de las santas Iglesias y por la unión de todos los hombres, roguemos al Señor.
Por nuestros gobernantes, para que bajo su dirección tengamos una vida feliz y pacífica, roguemos al Señor.
Por la conservación de la naturaleza, por la abundancia de las cosechas y por el progreso del mundo, roguemos al Señor.
Por nuestros familiares y amigos que han muerto en la esperanza de la resurrección, para que Dios les conceda el reposo eterno, roguemos al Señor.
Escucha, Señor, nuestras oraciones, líbranos del pecado que divide y de las discriminaciones que degradan y haz que sepamos ver siempre en el rostro del leproso, del pobre y del desvalido la imagen sangrante de Cristo en la cruz, para que así nos dispongamos a colaborar en la obra de la redención humana y a proclamar ante los hombres tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que esta ofrenda nos purifique y renueve, Señor, y sea causa de recompensa eterna para quienes cumplen tu voluntad. Por Jesucristo, nuestro Señor
Antífona de comunión Cf. Sal 77, 29-30
Ellos comieron y se saciaron, el Señor les dio lo que habían pedido; no fueron defraudados.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Saciados con el pan del cielo, te pedimos, Padre, la gracia de desear siempre este alimento que nos da la vida verdadera. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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