07 febrero 2024

Liturgia Diaria Domingo 6º del Tiempo Ordinario - Ciclo B

 domingo, 11 de febrero de 2024

Comunidades Abiertas

Saludo (Ver Segunda Lectura)
Todo lo que hagan, háganlo por la gloria de Dios.
Traten de ser amables  con todos
para provecho de demás.
Tomen a Cristo como su modelo.
Que Jesucristo, el Señor, esté siempre con ustedes.

Introducción por el Celebrante
Cuando nos reunimos para la eucaristía, lo hacemos porque somos comunidad. ¿Hasta qué punto somos comunidad, aun estando aquí juntos en torno a Cristo? Quizás falten aquí hermanos, porque no se sienten aceptados. Quizás son demasiado pobres para lucir bonita indumentaria, o temen que los menospreciemos por su incapacidad o deficiencia social o mental, o incluso física. ¿Por qué nuestra comunidad no se abre suficientemente para integrarlos y para liberarlos de sus temores y soledad? ¿Estamos dispuestos a reintegrarlos a la comunidad, como hoy nos enseña Jesús con su palabra y con su ejemplo?

Acto Penitencial
Con demasiada frecuencia nos hemos quedado indiferentes cuando el Señor nos tocaba con su poder de sanación.
Pidamos perdón al Señor.
(Pausa)
  • Señor Jesús, tú nos dijiste: "Por supuesto, quiero que te cures" cuando nos tocaste con tu mano que perdonaba.
    R/. Señor, ten piedad de nosotros.
  • Cristo Jesús, tú nos dijiste: "Desde luego, quiero que te cures",pero nosotros no te permitimos que nos tocaras y que cambiaras nuestro corazón.
    R/. Cristo, ten piedad de nosotros.
  • Señor Jesús, tú nos dijiste: "Naturalmente, quiero que te cures", pero nosotros no nos hemos curado unos a otros. R/. Señor, ten piedad de nosotros.
Impón tu mano sanadora sobre nosotros, Señor, líbranos del contagio del pecado y llévanos a la vida eterna.

Oración Colecta
Pidamos al Padre de todos que nos acepte y que nos ayude a aceptar a los otros.
(Pausa)
Oh Dios de misericordia y compasión:
Los auto-satisfechos rechazaron a tu Hijo;
los pecadores y los marginados le aclamaron
y, con lágrimas y alegría, le reconocieron
como a su Señor y su Salvador.
Y así pudo él sanarlos.
Ayúdanos a hacer lo mismo que hizo tu Hijo.
Envíanos, sin condescendencia alguna,
en busca de los hermanos débiles
para que recuperen su autoestima,
su esperanza y su coraje indestructible
para poder llegar a ser de nuevo plenamente humanos
como hermanas y hermanos nuestros.
Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.

Primera Lectura (Lv 13,1-2. 44-46): Puros ante Dios
En el Antiguo Testamento, la gente estaba tan preocupada por su pureza exterior que, llevados por su celo, excluían de la comunidad cultual a personas con serias infecciones de la piel. --- Cristo insiste más bien en la pureza interior.

Segunda Lectura (1 Cor 10,31; 11,1): No Ofendan a Nadie
Pablo insiste en que Cristo liberó a la gente de excesivas regulaciones de la Antigua Ley. Para los cristianos la caridad debería prevalecer donde algunos no comprenden todavía esta libertad.

Evangelio (Mc 1,40-45): Jesús Tocó al Leproso y Lo Curó
Para Jesús, los leprosos -y los pecadores- no son ya marginados, sino personas a quienes tenemos que amar y a quienes, por amor de Dios, tenemos que reintegrar a la comunidad.

Oración de los Fieles
En nombre de Jesús oremos al Padre de todos, que quiere que todos seamos felices, y que no rechaza a nadie que le suplica. Y digámosle: R/. Señor, escucha a tu pueblo.
  • Por todos los miembros del Pueblo de Dios, para que no nos aislemos del mundo ni erijamos muros para guardar a otros hermanos lejos, sino que compartamos el amor de Dios con todos, roguemos al Señor.
  • Por nuestro país, que la preocupación por los débiles y los pobres sea nuestro honor y sano orgullo, y para que todos trabajemos sin descanso por la justicia y la dignidad humana, incluidos especialmente los últimos y los menos agraciados, roguemos al Señor.
  • Por las víctimas de discriminación, por los que no tienen ni nombre ni fama, por los proscritos de la sociedad, por los enfermos y los ancianos que viven solos: para que, aun indefensos, confíen en Jesús, que estaba indefenso en las manos del pueblo, roguemos al Señor.
  • Por los enfermos incurables, por los que tienen que vivir bajo la presión de la sospecha, del descrédito o de la calumnia; por aquellos cuya auto-confianza se ha visto erosionada por el duro juicio de otros, por los excarcelados y marginados, para que todos nosotros sepamos dirigirles palabras de sanación e inspirarles con una nueva fe y una nueva esperanza, roguemos al Señor.
  • Por todos nosotros aquí reunidos, para que seamos una comunidad en la que nos aupemos y apoyemos unos a otros con el amor, bondad y respeto que el Señor nos mostró a todos, roguemos al Señor.
Señor Dios nuestro, escucha de veras nuestras súplicas, y danos un corazón suficientemente grande para acoger y amar a todos, en nombre de Jesucristo nuestro Señor.

Oración de Ofertorio
Oh Padre misericordioso:
Con el pan y el vino recordamos cómo nos has alzado,
por medio de Jesucristo,
por encima de nuestro sentimiento de culpa,
de nuestros miedos y de nuestro aislamiento
Que estemos dispuestos para compartir con todos
tu alegría, tu acogida y tu afecto
a causa de aquél que compartió nuestra pobreza
y se hizo a sí mismo débil y humilde con nosotros,
Jesucristo, nuestro Señor.

Introducción a la Plegaria Eucarística
Nuestro Padre misericordioso nos ha llamado a todos por medio de Jesucristo, su Hijo, a ser uno, sin discriminación ni favoritismos, ya que él nos ama a todos. Expresémosle nuestra acción de gracias y nuestra alabanza.

Introducción al Padrenuestro
Con Jesús nuestro Señor, oremos al Padre de todos, que hace brillar el sol por igual sobre los buenos y sobre los débiles.
R/. Padre nuestro…

Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todos los males
y concédenos la paz y alegría
de vivir juntos en unidad y paz.
Guárdanos de rehusar proferir las palabras
de bienvenida y de aliento
que caldean los corazones de nuestros hermanos y hermanas.
Ayúdanos a caminar juntos hacia ti
y a compartir nuestra fuerza con ellos,
para que nos preparemos con esperanza creciente
para la gloriosa venida
de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
R/. Tuyo es el reino…

Invitación a la Comunión
Vengan y participen en el banquete del Señor.
Este pan que hemos partido se destina para todos,
ya que el Señor es la vida de todos sus seguidores.
Ya que él no excluyó a nadie, aprendamos nosotros a compartir nuestras vidas unos con otros,
en la alegría y en las tristezas,
en la riqueza y en la pobreza,
en la enfermedad y en la salud,
pues éste es Jesús, el Dios-con-nosotros.
R/. Señor, no soy digno…

Oración después de la Comunión
Oh Padre, lleno de ternura y misericordia:
Sentados a la mesa de tu Hijo hemos aprendido
a estar presentes los unos a los otros,
como él ha estado aquí presente con nosotros.
Que esta eucaristía nos inspire
con un amor discreto y alentador
como un soplo de aire fresco.
Por aquél que ha suavizado la dureza de nuestros corazones,
danos no sólo disponibilidad
para compartir nuestras riquezas y nuestra pobreza,
sino también para acogernos unos a otros
y para suavizar entre nosotros la dureza de nuestros corazones.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

Bendición
Hermanos: ¡Qué super-feliz sería nuestra comunidad si pudiéramos aceptarnos plenamente unos a otros justamente tal como somos: sin condenar, sin juzgar , envidiar, ni mirar con malos ojos, sin menospreciar a nadie, sin intentar crear a los otros a nuestra imagen y semejanza…
Más bien, edifiquémonos unos a otros a imagen y semejanza de Cristo;
y que la compasión y la misericordia permanezca viva en nuestras comunidades.
Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo
descienda sobre nosotros y permanezca para siempre.

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