¡UN NUEVO DÍA NOS ESPERA!
Por Javier Leoz
Amigos; las lecturas de este domingo tienen un sabor a fin y a brote de algo nuevo. Dentro de no muchos días saldrá a nuestro encuentro el Adviento.
1.- Acabará un ciclo litúrgico, y con el que saludemos –el Señor- nos dará la posibilidad de intentarlo de nuevo. De reengancharnos a El. De no conformarnos con cumplir cuatro o cinco puntos de nuestra religión cristiana.
Los templos donde nosotros celebramos nuestra fe deben ser exponente de la gran riqueza espiritual que llevamos dentro. Porque ¿Para qué los santuarios de piedra si, luego, somos fríos como hogares del Espíritu, si a continuación no hacemos de nuestro interior una digna morada, cálida y cercana para Dios?
El final siempre nos trae un principio. Y, también la última etapa de los tiempos que nos anuncia la Palabra de este día, dará paso a algo totalmente distinto.
*De la misma forma que, la noche da paso al día
*El otoño a la primavera
*La evaporación a la nube y, ésta a su vez a la lluvia
*Lo mismo que, de la chispa surge el fuego….y mil ejemplos más, también, Jesús, nos habla de un final que dará lugar algo totalmente novedoso. No sabemos cuando ni tampoco nos debe de preocupar demasiado. Lo primordial es que nos mantengamos unidos y cosidos a sus ideales. Sin olvidarlos. Practicándolos. Reavivándolos y, sobre todo, renovándolos a la luz de la fe. En definitiva, con la veleta de nuestra existencia, apuntando hacia lo que en Jesús fue motor decisivo: Dios y sólo Dios.
2.- Nuestra vida aun con ocaso, tiene su horizonte puesto en Dios. Mientras tanto, San Pablo, nos anima a no quedarnos de brazos cruzados por el camino y, por supuesto, a no arrinconar la vivencia de nuestra fe en la comodidad del interior de las cuatro paredes de un templo o de una serie de ritos realizados mecánicamente. Hay que mirar hacia delante. Cumpliendo cada uno con nuestras propias obligaciones. No atrincherándonos en los castillos que nos hemos construido y abriendo las ventanas de nuestra vida, de nuestra conciencia y de nuestro ser para que Jesús venga todos los días hasta nosotros.
¿Qué nos esperan contrariedades y zancadillas? ¡Por supuesto! Llamará la enfermedad a nuestra puerta; las cosas no nos saldrán como nosotros quisiéramos; a veces –Dios- no se nos revelará con la fuerza que quisiéramos. Porque los “pequeños cataclismos” no se dan sólo en la corteza de la tierra. También, en el corazón del hombre, en la felicidad, en su bienestar, en su mente, en su pensamiento….ocurren pequeños accidentes que, a veces, nos hacen tirar la toalla y concluir que Dios hace tiempo que se desentendió del mundo.
¿Qué hacer frente a ello? Cargar las pilas en lo que somos y tenemos con la fuerza de la fe, la esperanza y la confianza en Jesús. Un día vendrá. En el momento que menos pensemos. Pero, mientras llega, no dejemos de salir al camino. No nos cansemos de mirar al cielo. No consintamos que, las persecuciones de guante blanco (porque también nosotros somos perseguidos por nuestra forma de entender la vida) sean más fuertes que nuestros ideales. Que no sean más decisivos que nuestro propósito de ser, unos amigos de Jesús, que saben dar la cara por El, con El y desde El.
3.- No olvidemos el presente, aun cuando estamos pensando en el futuro; ni olvidemos el futuro aun cuando estemos volcados en el presente.
Cuentan que había un hombre que quiso realizar, junto a su mujer, una peregrinación a un santuario ubicado en la orilla de un lago. Durante la travesía, en el bote, el peregrino perdió la moneda que le servía para el viaje. La mujer empezó a refunfuñar, pero el marido le decía que confiara en Dios. Llegada la hora de comer, pidieron a la gente que les ofrecieran un pescado. Y un pescador obsequió a la mujer un gran pescado para que lo cocinara y comieran. Y he aquí que, mientras la mujer preparaba el pescado, al abrirlo, encontró en el mismo, no solamente la moneda perdida por el marido, sino también una hermosa perla de gran valor.
Que el Señor, en este domingo, haga que la confianza sea en nuestra vida cristiana un distintivo para seguir viviendo y creyendo.
4.- ¡QUE LLEGUE ESE DIA, SEÑOR!
Donde mi vieja vida, sea recompensada con otra, buena y definitiva
Donde Tú, y sólo Tú, seas el centro de toda mi historia
Donde vea, y sólo piense, que Tú eres lo más valioso
¡QUE LLEGUE ESE DIA, SEÑOR!
Porque siento que, mis días, me producen cansancio
Porque veo que, mis días, están demasiado vacíos de cosas trascendentes
Porque intuyo que, mis días, están excesivamente llenos de trastos inservibles
¡QUE LLEGUE TU DIA, SEÑOR!
Y, cuando llegue, que por lo menos me encuentres con fe
Y, cuando llegue, que por lo menos me tropieces con esperanza
Y, cuando llegue, que por lo menos me halles esperando tu llegada
Y, cuando llegue, me sorprendas vestido con traje de fiesta
¡QUE LLEGUE TU DIA, SEÑOR!
Y, si tardas en llegar, que no me aleje de Ti
Y, si tardas en llegar, que no me limite a cumplir tus preceptos
Y, si tardas en llegar, que no finja quererte
Y, si tardas en llegar, cuando lo hagas, salga corriendo a tu encuentro
¡QUE LLEGUE TU DIA, SEÑOR!
Porque, así entenderé, que la historia tiene su curso
Que la historia tiene un feliz término
Que la historia, cuando estás Tú dentro, es horizonte cierto
Que la historia, si le faltas Tú, está abocada al fracaso
Por eso, y por mucho más,
¡QUE LLEGUE TU DIA, SEÑOR!
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