¿QUÉ PASARÁ MAÑANA?
Por Gustavo Vélez, mxy
1.- “Dijo Jesús: Habrá grandes terremotos y en diversos países, epidemias y hambre. Pero no tengáis miedo. Porque ni uno solo de vuestros cabellos perecerá. San Lucas, Cáp. 21. En el fondo, ha dicho un escritor, nuestra vida no es sino un cuarto de hora, más o menos prorrogable. Sin embargo, a los mortales nos preocupa no tanto la brevedad del tiempo, sino qué pueda suceder mañana.
Los autores bíblicos tocaron el tema en repetidas ocasiones, cada uno desde sus propias circunstancias. También los rabinos lo explicaron al pueblo, según los esquemas científicos y religiosos de entonces. Y los evangelistas, hacia el final de su relato, incluyen una página donde recogen varios discursos del Señor sobre el asunto. Pero tratándose de algo misterioso y temible, se valen de un lenguaje, donde abundan pavorosas imágenes. “El sol se oscurecerá, la luna ya no dará su brillo. Las estrellas caerán del cielo”. “Dios enviará a sus ángeles con sonoras trompetas y vendrá el Hijo del hombre sobre las nubes del cielo, con gran poder y majestad”. “Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino. Habrá grandes terremotos y en diversos países, epidemias y hambre”.
2.- Los autores sagrados ponen en boca del Maestro estos anuncios, luego que algunos señalaran ante él la belleza del templo. Reconstruido por Herodes el Grande, este suntuoso monumento figuró, y con razón, entre las siete maravillas del mundo. Era además el símbolo privilegiado de todo el judaísmo.
Pero el Señor pone una nota de moderación a ese entusiasmo: “De esto que contempláis llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra”. En tales presagios se mezclan variados elementos: El final de este mundo visible, que según algunos sería un hecho próximo. El juicio de Dios a los hombres, cuando daría a cada cual su merecido. Pero además la venida gloriosa del Señor, a inaugurar un tiempo nuevo. San Lucas escribe su evangelio, luego de la destrucción de Jerusalén por Tito y Vespasiano, el año 70 de nuestra era y mientras las autoridades judías y romanas perseguían a muerte a los cristianos. Lo cual le da un estilo peculiar a su texto.
3.- Con el correr del tiempo estas amenazas bíblicas contaminaron nuestra fe, haciéndola consistir para muchos en una actitud de miedo, que ayudaría eficazmente a alejar el pecado y a conseguir la salvación. Pero cada página del evangelio ha de entenderse desde la persona de Jesús, el cual en sus parábolas colma toda la historia cristiana de misericordia y esperanza. No olvidaron esto los evangelistas cuando en medio de sus narraciones terroríficas, añadieron una línea para fortalecer nuestra confianza: “No tengáis miedo. Ni uno solo de los cabellos de vuestra cabeza perecerá”.
Mientras los noticieros señalan cada día, un panorama tan oscuro como aquel dibujado por los evangelistas, noviembre avanza. El año se termina. Todo es fugaz, in substancial y deleznable. Entonces muchos preguntamos: ¿Vale de algo la vida? Sin embargo nuestra fe en el Señor resplandece, como una veta luminosa en el más profundo socavón. Dios sigue siendo el dueño de la historia. Y cuanto ocurre sobre el universo, querido o permitido por él, no se escapa a su bondadoso corazón. Por lo cual su palabra nos susurra: “No temáis. Ni uno solo de los cabellos de vuestra cabeza perecerá”.
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