05 octubre 2022

Reflexión domingo 9 de octubre... 10 CURADOS Y 1 SALVADO

 

10 CURADOS Y 1 SALVADO

Por José María Martín OSA

1.- En las lecturas de este domingo escuchamos varias veces la palabra que, sólo con oírla pronunciar, provocaba pánico y exclusión: ¡lepra! Dos factores distintos contribuyeron a acrecentar el terror frente a esta enfermedad, hasta hacer de ella el símbolo de la máxima desgracia que puede sufrir un ser humano y traía como consecuencia el aislamiento de los pobres afectados de la forma más inhumana. El primero era la convicción de que esta enfermedad era tan contagiosa que infectaba a cualquiera que hubiera estado en contacto con el enfermo; el segundo, igualmente carente de toda lógica, era que la lepra era un castigo por el pecado. Quien contribuyó más que nadie para que cambiara la actitud y la legislación respecto a los leprosos fue Raoul Follereau, escritor, periodista y poeta francés. Instituyó en 1954 la Jornada Mundial de la Lepra, promovió congresos científicos y finalmente, en 1975, logró que se revocara la legislación sobre la segregación de los leprosos.

2.- Acerca del fenómeno de la lepra las lecturas de este domingo nos permiten conocer la actitud primero de la Ley mosaica y después del Evangelio de Cristo. En la primera lectura, del Levítico, se dice que la persona de la que se sospeche que padece lepra debe ser llevada al sacerdote, el cual, verificándolo, la «declarará impura». El pobre leproso, expulsado de su entorno humano, debe él mismo, para colmo, mantener alejadas a las personas advirtiéndoles de lejos del peligro. La única preocupación de la sociedad es protegerse a sí misma. Jesús en el Evangelio refleja una actitud bastante distinta hacia los leprosos. La compasión por los leprosos es más fuerte en Él que el miedo a la lepra. Hoy la lepra no es una enfermedad tan temible (aunque en el mundo hay todavía 16 millones de leprosos). Pero hay otras lepras que provocan exclusión en quien las padece (sida, homosexualidad...). ¿Cuál es mi actitud ante estas personas?, ¿la de la ley mosaica, o la de Jesús?

3.- Los diez leprosos no conocían a Jesús y querían verlo. Llama la atención el que ellos estaban unidos por la amistad, a pesar de que eran de orígenes distintos --uno de ellos samaritano--. La experiencia nos dice que las experiencias dolorosas provocadas por la enfermedad o la soledad nos acercan más a aquellas personas de las que vivimos alejados. Jesús les dijo: "Id a presentaros a los sacerdotes". ¿Por qué no les curó en aquel mismo lugar? Posiblemente más de uno protestó porque les hacía recorrer el duro camino, igual que Naamán protestó porque tenía que ir a bañarse al río Jordán. También quizá nosotros nos lo preguntemos. Vivimos en un mundo en el que lo que cuenta es "el momento presente". No nos damos cuenta de que a veces tenemos que pasar por largos procesos para purificarnos. Tal vez después lo comprendemos. Hemos de confiar, esperar y obedecer a Jesús, porque sus manos amorosas nos cuidan, aunque su tiempo no sea el nuestro.

4.- Sólo uno, el samaritano, volvió para darle gracias. Jesús pregunta por los otros 9, ¿dónde están? Muchas veces pensamos que todo nos es debido, que todo lo merecemos....Olvidamos el sentido gratuito del amor de Dios. Naamán y el samaritano sí se acordaron de dar gracias, ¿y nosotros? El samaritano no sólo fue curado, lo maravilloso es que fue salvado por su fe y transformado en un hombre nuevo. ¡Tenemos tanto que agradecer a Dios! La Eucaristía que estamos celebrando es acción de gracias, es bendición. Que sepamos nosotros "bien decir", es decir agradecer a Dios su amor gratuito y misericordioso y cantarle cada día un cántico nuevo.


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