Dibujo realizado por: Fr. Félix Hernández Mariano ( descargar la imagen )
Evangelio dialogado
Te ofrecemos una versión del Evangelio del domingo en forma de diálogo, que puede utilizarse para una lectura dramatizada.
Narrador: Entre los que se acercaban a Jesús a escuchar sus enseñanzas, había gente de toda clase, de distinta religión, ricos y pobres; y Jesús oía toda clase de conversaciones.
Publicano: Vosotros los fariseos sois unos creídos. Os creéis más que los demás, porque habéis estudiado. Unos orgullosos... eso es lo que sois.
Fariseo: A vosotros sí que no os quiere nadie. Mucha envidia es lo que tenéis. Sí, envidia porque somos más listos que vosotros y más buenos. Vosotros sois malos y pecadores, y no se puede hablar con vosotros.
Narrador: Este era el tono, que amenazaba proximidad de tormenta. La cosa se iba poniendo muy seria. ¡Eh! amigos, escuchad... ¡Eh! escuchad. Creo amigos que os va a venir muy bien, pero que muy bien, lo que dice Jesús. Escuchad, por favor.
JESÚS: Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo.
Narrador: Los fariseos eran personas que se sabían de carretilla la Ley de Moisés, y presumían de cumplirla al pie de la letra.
JESÚS: El otro era un publicano.
Narrador: Los publicanos se encargaban de cobrar los impuestos, que exigía Roma. Por eso el pueblo no les tenía cariño, y los fariseos los despreciaban... Pero, oigamos lo que dice Jesús.
JESÚS: El fariseo, en pie, en medio del templo, oraba así: ¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros. Tampoco soy como ese publicano. Yo ayuno dos veces por semana y entrego al templo una parte de todo lo que gano, como manda la ley.
Narrador: El otro, el publicano, se había colocado en un rincón del templo, de rodillas, sin atreverse a levantar la cabeza. Escuchemos...
JESÚS: El publicano oraba así: ¡Dios mío!, ¡Dios mío! ten compasión de mi porque soy un pecador.
Narrador: Y Jesús dirigiéndose a todos los que le escuchaban, les dijo:
JESÚS: Os digo, que el publicano volvió a su casa estando a bien con Dios y el fariseo no. Porque todo el que se cree importante será humillado y el que se humilla será importante ante Dios.
Elaborado por: Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández
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