Introducción
Hablar de Dios siempre ha resultado problemático para el hombre, pues su experiencia de Él es ambigua y confusa: nunca parece quedar claro qué es revelación o qué es proyección apriorística de categorías humanas.
Y, sin embargo, este mismo hombre no puede negar, en su condición humana, su necesidad de conocer o afirmar algo de Dios que resulte de significatividad para sus experiencias vitales más profundas, para las cuales busca respuesta más allá de sus posibilidades y ambigüedades, pues el hombre, que anhela el bien en su vida, no deja de ser consciente del mal que padece y que causa.
¿Es Dios la respuesta? ¿Y si lo es, quién y cómo es ese Dios, evitando caer en la acusación de proyección humana de Feuerbach?
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