Monición de entrada
Queridos hermanos, un gran motivo nos reúne nuevamente en la casa de Dios en este Vigésimo cuarto domingo del Tiempo Ordinario: la misericordia de Dios es infinita y aún con nuestros pecados, Dios nos perdona si nos arrepentimos.
Reconociéndonos pecadores y necesitados de la misericordia divina, comencemos esta celebración cantando. De pie por favor.
Moniciones a las Lecturas
Opción 1: Monición para todas las lecturas
Hoy se da de nuevo una coincidencia de las tres lecturas en una dirección: el perdón de los pecados por la misericordia de Dios. Tanto Yahvé, que perdona a su pueblo por intercesión de Moisés, como Pablo, que se siente él personalmente objeto del perdón de Cristo, como las tres parábolas de Jesús en el evangelio, nos invitan hoy a considerar esa Buena Noticia del perdón y del amor de Dios. Escuchemos con mucha atención.
Opción 2: Monición para cada una de las lecturas
Primera Lectura (Éxodo 32, 7-11. 13-14)
Comencemos acercándonos a la misericordia de Dios, escuchando cómo Yahvé perdona a su pueblo por la intercesión de Moisés.
Salmo Responsorial (Salmo 50)
Con el salmo 50 vamos a reconocer nuestras faltas ante Dios y clamaremos su perdón diciendo:
Segunda Lectura (Timoteo 1, 12-17)
Siguiendo el tema que nos ocupa este día, San Pablo se siente perdonado por Dios y lo manifiesta a Timoteo en su carta.
Evangelio (Lucas 15, 1-32)
El amor perdonador anunciado en las dos primeras lecturas toma cuerpo emotivo en el desarrollo más amplio en las parábolas de Lucas que vamos a escuchar a continuación. Cantemos primero el aleluya
Oración de los Fieles
- Por la Iglesia, para que siga siendo signo visible del amor de Cristo y acoja con amor a los más pecadores. Oremos.
- Por la salvación del mundo, para que aquellos que se han alejado de Dios encuentren hoy el retorno a la casa del Padre que les recibe con amor. Oremos.
- Por los más necesitados, para que este día surjan personas bondadosas que estén dipuestas a ayudar y lo hagan en favor de quienes no tienen lo necesario para vivir. Oremos.
- Por todos los aquí presentes, para que siempre que fallemos ante Dios sintamos esa confianza de acudir a Él buscando su perdón, sabiendo que es un Dios misericordioso siempre dispuesto a recibirnos. Oremos.
Presentación de las Ofrendas
Con las ofrendas de Pan y Vino, ofrezcamos a Dios nuestros corazones para que él los transforme.
Comunión
Cristo, por amor a nosotros, quiso quedarse en el Pan y el Vino. Ahora vayamos a recibirle.
Final
El mundo necesita de la misericordia de Dios. Vayamos a ser testigos de la bondad y misericordia divina, comenzando por los más cercanos a nosotros.
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