11 de septiembre de 2022
24º Domingo del Tiempo Ordinario
“Un hombre tenía dos hijos” (Lc 15, 1-32)
Cuando uno echa la mirada atrás se da cuenta de que ha sofocado esa llama que Dios prendida en el corazón. ¡Cuánto hemos desperdiciado la gracia del bautismo, nuestra dignidad de hijos en el Hijo de Dios! Parece que hemos echado a perder toda la herencia del Padre alcanzada por su Hijo Jesús pues no siempre hemos cuidado la gracia santificante creciendo en la fe y colaborando con ella para su obra de Salvación, sino que más bien la hemos despreciado así como los bienes que de ella venían. Hemos sido el hijo gastador e ingrato de la parábola que ahora vueltos a Dios tenemos que reparar el tiempo perdido en años pasados poniendo mayor empeño en la santidad.
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