27 junio 2022

Moniciones y Lecturas de Domingo 03 de Julio del 2022 – Ciclo C

 

MONICIÓN DE ENTRADA

Bienvenidos, hermanos y amigos. Les deseamos paz y alegría de parte del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Estamos en el Domingo Catorce del Tiempo Ordinario. La Liturgia de la Palabra de hoy nos recuerda que evangelizar es dar testimonio: el mensajero es el mensaje. Nuestra misión consiste en invitar a los hombres a la paz y la felicidad. Jesús no nos pide éxitos en esta misión. Más bien nos aconseja a no alegrarnos de ningún resultado, sino a alegrarnos solamente de que nuestros nombres están inscritos en el cielo. Ésa es la gran libertad y la gran paz del evangelizador: sólo quien está libre de ansiedades puede ser instrumento de paz.

Seguros de la presencia del Resucitado aquí y ahora en medio de nosotros, pongámonos de pie y celebremos con gozo nuestra acción de gracias.

MONICIÓN PRIMERA LECTURA (Isaías 66,10-14)

El profeta Isaías nos anuncia hoy este precioso mensaje: que un día el mismísimo Dios consolará a su pueblo como una madre consuela a sus hijos. Escuchemos…

PRIMERA LECTURA

Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz

Lectura del libro de Isaías 66, 10-14c

Festejad a Jerusalén, gozad con ella,
todos los que la amáis,

alegraos de su alegría,
los que por ella llevasteis luto.

Mamaréis a sus pechos y os saciaréis de sus consuelos,
y apuraréis las delicias de sus ubres abundantes.

—Porque así dice el Señor:

«Yo haré derivar hacia ella,
como un río, la paz,

como un torrente en crecida,
las riquezas de las naciones.

Llevarán en brazos a sus criaturas
y sobre las rodillas las acariciarán;

como a un niño a quien su madre consuela,
así os consolaré yo,
y en Jerusalén seréis consolados.

Al verlo, se alegrará vuestro corazón,
y vuestros huesos florecerán como un prado;
la mano del Señor se manifestará a sus siervos».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 65, 1-3a. 4-5. 16 y 20 (R.: 1)

R. Aclamad al Señor, tierra entera.

Aclamad al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre;
cantad himnos a su gloria;
decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras!». R.

Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre.
Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres. R.

Transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.
Alegrémonos con Dios,
que con su poder gobierna eternamente. R.

Fieles de Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo.
Bendito sea Dios, que no rechazó mi suplica,
ni me retiró su favor. R.

MONICIÓN SEGUNDA LECTURA  (Gálatas 6,14-18)

Para el apóstol Pablo no hay mayor serenidad ni felicidad que ésta: aceptar llegar a Dios sin las glorias del triunfador, sino más bien con la marca de Cristo en el cuerpo. Escuchemos.

SEGUNDA LECTURA

Yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 6, 14-18

Hermanos:

Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo.

Pues lo que cuenta no es circuncisión o incircuncisión, sino una criatura nueva.

La paz y la misericordia de Dios vengan sobre todos los que se ajustan a esta norma; también sobre el Israel de Dios.

En adelante, que nadie me venga con molestias, porque yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con vuestro espíritu, hermanos. Amén.

Palabra de Dios.

MONICIÓN EVANGELIO  (Lucas 10,1-12.17-20)

Hoy Jesús nos libera de la ansiedad del fracaso con esta Buena Noticia: en nuestra misión de evangelizar lo único que importa es la gloria del Padre. Abramos los oídos, la mente y el corazón, y pongámonos de pie para acoger el Santo Evangelio.

Aleluya Col 3, 15a. 16a

Que la paz de Cristo actúe de árbitro
en vuestro corazón;
la palabra de Cristo habite entre vosotros
en toda su riqueza.

EVANGELIO

Descansará sobre ellos vuestra paz

Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 1-12, 17-20

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir él. Y les decía:

—«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.

¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.

Cuando entréis en una casa, decid primero: «Paz a esta casa». Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.

Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario.

No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid:

«Está cerca de vosotros el Reino de Dios».

Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid:

«Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios».

Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo».

Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron:

—«Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre».

Él les contestó:

—«Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno.

Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo».

Palabra del Señor.

O bien más breve:

Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 1-9

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir él. Y les decía:

—«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.

¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.

Cuando entréis en una casa, decid primero: «Paz a esta casa». Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.

Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario.

No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: «Está cerca de vosotros el reino de Dios»».

Palabra del Señor.

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