Por la Iglesia: para que asuma su vocación maternal y así acoja en su seno a todos los que se sienten solos y hagamos presente el consuelo de Cristo. ROGUEMOS AL SEÑOR.
Por los que rigen los destinos de los pueblos, para que apliquen políticas sanitarias poniendo a la persona por encima de cualquier otra consideración económica o política. ROGUEMOS AL SEÑOR.
Por nuestros hermanos enfermos: para que, experimentando el misterio del dolor, sientan también la presencia cercana y maternal de la Virgen. ROGUEMOS AL SEÑOR.
Por las familias de los enfermos, los profesionales, los voluntarios y todos aquellos que les atienden y cuidan, para que reciban la fuerza de María y se conviertan para nosotros en un ejemplo de acompañamiento. ROGUEMOS AL SEÑOR.
Por los religiosos y religiosas, consagrados al servicio de los enfermos y pobres: para que su dedicación y entrega sea reflejo del rostro misericordioso del Padre. ROGUEMOS AL SEÑOR
Por todos nosotros, para que la participación de la Eucaristía nos ayude a tener ojos atentos y corazón sensible ante las necesidades del que sufre en nuestro entorno. ROGUEMOS AL SEÑOR.
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