26 abril 2022

Moniciones y peticiones 1 de mayo

 Entrada: En este Tercer Domingo de Pascua, la alegría de la promesa de un futuro de gloria, paz y amor, debe llenar nuestras vidas. La Eucaristía es la gran plegaria de la Iglesia para fortalecer la fe. Iniciemos, con alegría nuestra celebración.

Lecturas: Las lecturas nos revelan la realidad de la iglesia. Hay oposición para la predicación del Evangelio. Nuestra fuerza está en Cristo resucitado que siempre nos ayuda y fortalece nuestra confianza. Escuchemos con atención.

Ofrendas: Presentemos ahora, llenos de gratitud y confianza, nuestros dones al Padre Celestial, Aceptemos la invitación que ÉL nos hace para participar una vez en las bodas del Cordero

Comunión: Jesús nos prepara el alimento que nos fortalece para que seamos misioneros en este mundo con nuestro testimonio de vida. Acerquémonos a recibirlo

 ORACIÓN UNIVERSAL

 Invoquemos, amados hermanos, a Cristo, triunfador sobre el pecado y  la muerte, que siempre intercede por nosotros. Como una sola familia digamos: Cristo vencedor, Escúchanos.

 1.    Para que Cristo, el Señor, atraiga hacia sí el corazón de los fieles y fortalezca sus voluntades, de manera que busquen los bienes de allá arriba, donde él está sentado a la derecha de Dios. Roguemos al Señor.

2.    Para que Cristo, amo supremo de la creación, haga que todos los pueblos gocen abundantemente de la paz que en sus apariciones otorgó a los discípulos. Roguemos al Señor.

3.    Para que Cristo, el destructor de la muerte y el médico de toda enfermedad, se compadezca de los débiles y desdichados y aleje del mundo el hambre, las guerras y todos los males. Roguemos al Señor.

4.    Para que Cristo, el Señor, salve y bendiga nuestra comunidad parroquial, y conceda la paz, la alegría y el descanso en las fatigas a los que hoy nos hemos reunido aquí para celebrar su triunfo. Roguemos al Señor.

 Acrecienta, en nosotros, Padre misericordioso, la luz de la fe, para que en los signos sacramentales sepamos reconocer siempre a tu Hijo, que se manifiesta constantemente a nosotros, sus discípulos, y haz que, llenos del Espíritu Santo, proclamemos con valentía ante los hombres que Cristo es el Señor. Él, que vive y reina, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos.

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