23 octubre 2020

Para fijarnos en el Evangelio del domingo 25 de octubre

 


• “Los fariseos” (34) ponen a prueba a Jesús. Y lo hacen con lo que dominan: la letra de “la Ley” (36). A los fariseos, Jesús les ha recriminado que cumplan formalmente las normas de la Ley, y que subordinen las cosas más importantes de la Ley a sus propias tradiciones (Mt 15,6; 23,13-33; Lc 12,1).

• La respuesta de Jesús a la pregunta sobre los mandamientos (37 y 39) comienza con un texto (37) que todos los judíos conocían de memoria (Dt 6,5). Es la afirmación que el amor a Dios está por encima de todo y debe comprometer a la persona en todas sus dimensiones -esto es lo que se expresa con “corazón”, “alma”, “ser” (37)-. Pero Jesús sigue y añade el amor al prójimo unido inseparablemente al amor a Dios (39). Lo hace citando Lv 19,18, un escrito citado en otras ocasiones en el Nuevo Testamento (Mt 5,43; 19,19; Rm 13,9; Ga 5,15 y Jm 2,8).

• “La Ley y los Profetas” (40) es una ex- presión que equivale a todo el Antiguo Testamento. Cuando se dice esto se está hablando de lo que tiene valor normativo. “La Ley” designa el Pentateuco y “los Profetas”, en un sentido amplio, son todos los demás libros del Antiguo Testamento. Jesús está diciendo que los mandamientos del amor a Dios y a los demás estaban ya presentes en la Ley de Moisés. La novedad de la afirmación de Jesús consiste en el hecho de ponerlos a los dos en una relación tan directa y en convertirlos en el fundamento de la Escritura (Rm 13,10).

• La intención de fondo de Mateo, expresada en el versículo conclusivo (40), es presentar a Jesús mismo como el que lleva la Ley a su plenitud (Mt 5,17). La plenitud no se alcanza por el cumplimiento de la norma sino por la iniciativa de él, de su amor, de su don. Él es la plenitud de la Palabra de Dios entre nosotros (Jn 1,14).

• Este Evangelio del “mandamiento principal” (36) viene precedido -en la misa de este domingo- de un fragmento del libro del Éxodo (Ex 22,20-26) que recuerda algunos mandamientos de la Ley de los que inciden más en los pobres y desvalidos. La Ley ha sido dada por Dios para favorecer a los más pobre

Esto pone un acento importante al pasaje de Mateo. Amar a Dios y a los demás se verifica en el amor a los pobres, en la opción preferencial por los pobres, al tenerlos en cuenta para cualquier decisión-actuación.

* Las disputas de Jesús con sus adversarios no son ningún diálogo. Ya tienen decidido que lo quieren matar. A propósito de esta actitud de los fariseos -que no se acercan a Jesús para dialogar sino para “ponerlo a prueba” (35)- podemos cuestionamos sobre nuestras reuniones alrededor del nuevo Templo que es Jesús: nuestras reuniones para celebrar la Eucaristía o para hacer revisión de vida, por ejemplo, y cualquier otra reunión de las que participamos en los ambientes en que vivimos, trabajamos y actuamos. Jesús está en medio de nosotros cuando nos reunimos en su nombre (Mt 18,20). Está presente por su propia iniciativa. Está presente a pesar de las dificultades. Pero no reconoceremos nunca su presencia si, como los fariseos o los saduceos hicieron con Jesús, nos acercamos a los demás para “ponerlos a prueba”, tendiéndoles trampas.

* Los fariseos, desde el momento en el que adoptan la actitud de “ponerlo a prueba”, se inca- pacitan a sí mismos para reconocer en Jesús la presencia de Dios. Sin embargo, Jesús no renuncia a anunciarles la Buena Noticia: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón… Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Cuando nosotros nos reunimos en el movimiento o en la parroquia y vamos encontrando a éste o a aquél que nos caen más o menos bien y, también, a aquellos otros con los que no compartimos gran cosa o, incluso, a los que nos despiertan antipatía, estamos invitados a adoptar actitudes nuevas: diálogo, escucha, acogida… a pesar de las discrepancias. Nunca a “poner a prueba” o a hacer comen- tarios para tentar. Sólo así podremos escuchar a aquel que, a pesar de todo, hablará por propia iniciativa. Y nos daremos cuenta de que habla para todo el mundo, para los demás y para mí. Que a unos y a otros nos ofrece la Buena Noticia del amor de Dios. Y a unos y a otros nos interpela, nos cuestiona, con el fin de mover los corazones a conversión y de poner las vidas en acción testimonial en medio del mundo.

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