Señor, nos invitas a poner en común todo lo que tenemos.
Nos demuestras que compartiendo hay de todo y para todos.
Es así como nos enseñaste a vivir.
Es el secreto de tu Reino y de tu Amor.
Vivimos en un mundo de injusticia e insolidaridad.
Dos terceras partes de la humanidad pasan hambre,
mientras el resto estamos sobrados de todo…
y hacemos estudios, conocemos los datos,
pero todo sigue igual.
Tú nos trajiste la solución perfecta a toda injusticia.
Tú nos enseñaste la forma de vivir como hermanos,
de tratarnos como una gran familia, de que hubiera para todos.
Sólo había que poner a disposición de los otros lo que cada uno tiene.
No somos capaces, Padre,
de reducir nuestros gastos,
ni nos atrevemos a necesitar menos, a tener menos.
Nos creamos necesidades,
nos impulsamos a tener,
en vez de responder a las necesidades de nuestros hermanos.
Nos diste tu lección, Jesús, pero, además,
necesitamos que nos cambies el corazón,
que nos ayudes a desprendernos,
que nos duela la necesidad del hermano,
que adivinemos su carencia,
para que se produzca en nosotros
un desapego radical.
Padre, ayúdanos a vivir el milagro
del compartir.
Despiértanos a la justicia y el Amor.
No nos dejes tranquilos. Empújanos.
Mari Patxi Ayerra
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