27 diciembre 2019

Y TUVIERON QUE EMIGRAR...

Por Ángel Gómez Escorial

1.- Esta fiesta de la Sagrada Familia es de reciente creación. Pero es una consecuencia –yo diría una necesidad— de todo lo que leemos, escuchamos y vivimos en las fiestas litúrgicas del Tiempo de Navidad. Jesús, María y José forman una familia y ya se mueven juntos y crecen juntos. Es una familia joven como muchas que conocemos, como algunas de las que están presentes aquí, llevando a su bebé, que no han podido dejar con los abuelos. Y como todas las familias han tenido sus buenos momentos y sus momentos más difíciles. Y así en el evangelio de Mateo que acabamos de escuchar –y que corresponde al ciclo A que hemos iniciado en este Adviento— nos narra la huida a Egipto. Herodes busca al niño para matarlo. Y José recibe la información de un ángel sobre que es mejor marcharse. Esta circunstancia está en plena actualidad hoy. Existen miles y miles de familias en el mundo que han tenido que abandonar sus hogares por problemas políticos o económicos, por las guerras, por las persecuciones, porque no tienen trabajo, y ni siquiera alimentos para criar a sus hijos. Hoy deberíamos sentir una especial solidaridad con todas esas personas desplazadas en el mundo, por los padres y madres jóvenes, por sus hijos que siendo muy pequeños han tenido que abandonarlo todo e iniciar una nueva vida, la cual no será fácil en sus principios.


2.- La familia, además, es un núcleo muy notable dentro de la realidad cristiana. Mucha gente le llama la “Iglesia Doméstica”, pues no es otra cosa que la primera célula de un cuerpo que preside Cristo. La educación cristiana de los padres hacia sus hijos es más que fundamental. Lo malo es –y eso lo sabemos todos— que en la actualidad hay mucha dejación de los padres en la educación general de sus hijos. Y si eso es muy malo en los temas generales educativos en lo religioso es muy grave. Lo religioso va directamente al corazón y las primeras oraciones que enseña una madre no se olvidan nunca. O son un fermento vivo que puede actuar en cualquier momento tras una larga separación o abandono de la fe en Cristo. Personalmente, he dicho siempre que nada más iniciar a los hijos –a los niños más pequeños— en la catequesis, habría que comenzar a ejercitar algo paralelo con los padres.

3.- No se puede negar que estamos muy en precario en esto de la familia cristiana. Las últimas estadísticas en España ya dicen que, por ejemplo, en Madrid, los matrimonios civiles superan en número a los religiosos. Y, asimismo, muchos de los matrimonios católicos que se celebran tienen un origen en la costumbre –no en la fe— e, incluso, muchos solo buscan un marco precioso, adecuado, como puede verse en un bello templo o una catedral. Por eso esta fiesta de la Sagrada Familia tiene que servir a todos los cristianos para que arrimen el hombro en las tareas formativas y de asistencia a las familias, en especial a las más jóvenes, aunque siempre con la vista puesta en toda la realidad familiar. Y fundamentar una educación familiar dirigida a todos, especialmente a los adolescentes y jóvenes para que comprendan que la tutela de Cristo en la familia es garantía de paz y de éxito futuro.

4.- Las otras dos lecturas de hoy, que, con el salmo 127, son comunes a todos los ciclos, nos presentan enseñanzas que han de ser muy útiles para la formación de nuestra conciencia respecto a la familia cristiana. El Libro del Eclesiástico es un tributo al respeto hacia los padres. Y, ciertamente, también queda muy centrado en la actualidad de nuestros días. Los ancianos molestan y es preferible llevarlos a sitios especializados donde muchas veces mueren de soledad. Pero no debemos equivocarnos, ni meter a toda la gente en el mismo saco. Hay cientos de miles de casos de auténtico heroísmo desplegado en el cuidado amoroso y solicito de los padres ya ancianos. Realmente, es bueno –y de justicia— llamar la atención sobre la Ley española de la Dependencia que ayuda, precisamente, a esas personas que tienen a su cargo a un familiar enfermo, joven o viejo. La familia es eso. Permanecer unidos ante cualquier circunstancia por grave que sea.

5.- Personalmente, os recomiendo la relectura, lenta y pausada, del fragmento de la Carta del Apóstol Pablo a los Colosenses. Y aunque hay unas frases finales que pueden no gustar a algunas mujeres, con normal sentido de la independencia, pues en su conjunto es un texto muy hermoso y hay que verlo en su contexto histórico. De todos modos, la vida de familia siempre será un camino de cooperación y de entendimiento. La obediencia obligada nunca existe si reina el amor. Es verdad que la familia tradicional siempre ha tenido una base patriarcal, aunque, luego, dada la sagacidad de las mujeres siempre se ha hecho lo que ellas han querido. Pero siempre hay que reivindicar el amor en familia, el amor de la familia y el amor a Dios en la familia. Sin ese amor ocurrirán muchas cosas no deseadas. Y ahí el maltrato en la familia y esos crímenes horrendos que se producen en lo que se llama violencia doméstica o de género. Pero ¿qué demonio malvado puede sustituir el amor por el odio? La familia se construye día a día con generosidad y alegría, fomentado el “buen rollo”, frente a cualquier competitividad innecesaria.

Y que la Sagrada Familia de Nazaret proteja a todas las familias del mundo y que la paz y el amor presidan la vida familiar. Hemos de rezar ardorosamente para conseguir esto y hoy es el mejor día para hacerlo.

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