Por Ángel Gómez Escorial
1.- Antes de nada, Feliz Navidad a todos. Estamos contentos, sin duda. Hemos celebrado anoche el Nacimiento de nuestro Salvador. Bueno, algo de nostalgia y dolor puede haber porque se recuerda con especial significado a esas personas queridas que otras Nochebuenas y otros días de Navidad estaban con nosotros y ya no están… Pero como cristianos confiamos en su gran felicidad actual en la Casa del Padre. Reconoceréis conmigo que estos días han sido de gran ajetreo eclesial. El domingo cuarto de Adviento, el día 22., Anoche, la Nochebuena. Hoy todavía resuenan los ecos de esa celebración entrañable con nuestras familias y la alegría desbordante que experimentamos durante la misa del Gallo. Bueno, y hoy –claro— volvemos a estar aquí para decir al mundo que nos ha nacido un Niño y que estamos muy felices. Si, el calendario de este 2019, nos ha juntado todo un poco, pero casi mejor.
3.- La liturgia de hoy tiene una especial belleza. Desde las antífonas y las oraciones hasta las lecturas que acaban de proclamarse. Isaías sigue deslumbrándonos con la enorme belleza de sus textos. “¡Qué hermosos son, sobre los montes, los pies del mensajero que anuncia la paz…” Bueno ya sabéis que antes, que no había ni móviles, ni emails, ni televisión, las grandes noticias las traían los mensajeros que eran unos magníficos corredores de velocidad y de fondo. La noticia que hoy nos trae el mensajero de los pies hermosos es la victoria de Dios, con el Nacimiento de su Hijo Único que vendrá a salvarnos a todos. El inicio de la Carta a los Hebreos casi –muchos— nos la sabemos de memoria. “En distintas ocasiones y de muchas maneras hablo Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas, pero en esta etapa final nos ha hablado por el Hijo… Y ahí está en el Evangelio, en el prólogo del Evangelio de San Juan, el más completo tratado cristológico que jamás se haya escrito. “En principio ya existía la Palabra, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio esta junto a Dios…”
3.- A veces, la mejor homilía es el silencio. Y la mejor herramienta, tomar nuevamente el leccionario y leer muy despacio las lecturas ya proclamadas. Al menos eso es lo que yo hoy os recomiendo respecto a los fragmentos de la Escritura de hoy. Pero es obvio, también, que si el corazón de cada uno tiende a expresar lo que le sugieren las lecturas, pues puede ocurrir que en esa comunicación sincera haya ideas y pensamientos que refuercen el significado de los textos. Siempre he creído que todos los que escribimos homilías –y mucho más los que tienen que proclamarlas— tenemos la tentación pudorosa de callarnos, de dejar que la palabra de Dios actúe por si misma. Y eso puede decirse siempre figuraros hoy. En fin, en este día de Navidad sin duda tendremos un momento de quietud, tal vez inmediatamente después de celebrar la comida en familia. Entonces será bueno que nos “enfrentemos” con lo que la Palabra nos trae hoy. Y que los pies del mensajero, la etapa final en la que el Hijo nos habla y, por tanto, la Palabra que existía desde siempre nos ayuden a adorar profundamente a nuestro Dios, manifestado trinitariamente en esta fiesta de Navidad. Dios no nos ha abandonado y se hace presente como un Niño, como un Niño que con su sonrisa de bebé va a salvarnos. Feliz Navidad. Sed felices y dar muchas gracias a Dios. Y que la Virgen Maria protagonista notable de todo el tiempo navideño nos acompañe a toda hora.
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