23 diciembre 2019

LA NAVIDAD, MISA DEL DÍA

Por Pedrojosé Ynaraja

1.- Cuando yo era pequeño, mis queridos jóvenes lectores, mi madre nos decía que la misa de medianoche de esta fiesta era misa de borrachos. Yo lo relacionaba con aquel villancico que cantaba la gente: “esta noche es Nochebuena y mañana es Navidad, dame la bota maría, que me voy a emborrachar” y lo admitía. La verdad es que cuando fuimos algo mayores y asistimos a la “misa del gallo” no me encontré con embriagados. Sería, el dicho de mi madre una mentira piadosa y no se lo reproche.

2.- Por aquel entonces solo estaba permitido celebrar misa desde el amanecer hasta el mediodía. Ahora que puede uno escoger cualquier hora, la de medianoche ha perdido ya la intriga o misterio que pudiera albergar. Respecto a los textos de las lecturas ocurría algo semejante. Proclamados en latín, nadie se enteraba del significado y el sermón que predicaba el sacerdote, prácticamente, podía referirse a lo que él quisiera. Pero no sería extraño que ahora hiciera lo mismo. Los que asisten a la misa del día, no necesariamente han acudido a las dos anteriores. El relato evangélico de lo acontecido por la noche en Belén no debe ignorarse en todo el día.


3.- Las lecturas evangélicas de medianoche y las del amanecer, describían un hecho histórico. Supuesto esto, la de ahora, la correspondiente a esta misa, es una profunda reflexión. El evangelio de Juan es, generalmente así. Si solo lo escucháis, sin mirar el texto escrito, seguramente os desconcertará. Si lo leéis observaréis que ciertos vocablos están puestos en letra mayúscula. No busquéis el significado ni en la gramática, ni en la fonética. No seré yo quien insista más ahora. Me limitaré, fundamentalmente, a daros dos citas.

4.- Stephen William Hawking, físico teórico, astrofísico, cosmólogo y divulgador científico británico, más famoso tal vez por su enfermedad y el admirable esfuerzo que puso en estudiar e intuir, decía en una determinada época, que lo que a él le interesaba era penetrar en el pensamiento de Dios. Afán semejante al de la pareja del Paraíso, o al de los constructores de la torre de Babel. Intentos que partían de una actitud orgullosa y tal postura impide avanzar hacia una visión de cierta claridad...

6.- Me gusta mucho más esta otra cita

 --Señor — dije —, en la rama de aquel árbol hay un cuervo; comprendo que tu majestad no puede rebajarse hasta mí. Pero yo necesito un signo. Cuando termine mi oración, ordena a este cuervo que emprenda el vuelo. Esto será como una indicación de que no estoy completamente solo en el mundo...

Y observé al pájaro. Pero siguió inmóvil sobre la rama. Entonces me incliné de nuevo ante la piedra.

— Señor — dije —, tienes razón. Tu majestad no puede ponerse a mis órdenes. Si el cuervo hubiera emprendido el vuelo, yo ahora me sentiría más triste aún. Porque este signo lo hubiera recibido de alguien igual a mí, es decir, de mí mismo, sería el reflejo de mis deseos. Y de nuevo no hubiera encontrado sino mi propia soledad.

Me prosterné y me volví.

Pero en aquel preciso instante mi desesperación se transformó en una inesperada alegría... (Antoine de Saint-Exupery)

7.- Si no sabemos cuál es la realidad física de un rayo de luz que nos llega desde el sol, y nos contentamos con operar con una cierta dualidad, pretender conocer a Dios, además de orgullo, es vano intento.

Pero ya lo sabemos, se prefiere estúpidamente, tener un becerro de oro al que poder tocar, a dejarse amar y corresponder amando, a un Dios misterio trascendente.

Misterio sí, pero debemos reconocer que algo podrán captar las mentes privilegiadas de los místicos en los arrebatos de sus éxtasis. A los demás no se nos pide más que humilde y fielmente aceptarlo.

Pero no todo el texto es así.

Aprended, reflexionad y decidíos a una sola sentencia incluida en el mismo texto: Vino a su casa y los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos lo recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre.

¿Entre quienes de los dos grupos, os sentís incluidos?

¡Feliz Navidad!, mis queridos jóvenes lectores

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