23 diciembre 2019

¡EN NAVIDAD HABLA DIOS!

Por Javier Leoz

1.- ¡Aleluya! ¡Dios ha nacido! Esta exclamación, nada ni nadie la puede acallar. Lo esperado desde siglos, se hace realidad en Jesús. Y, hoy, amigos, este gran acontecimiento nos ha puesto en pie. ¡Esto si qué es la Navidad!

También nosotros, como los pastores, hemos escuchado y sentido el anuncio del Ángel. “Hoy en Belén os ha nacido el Salvador”. Y ¿Cuál ha sido nuestra reacción? ¡La que tenía que ser! ¡Nos hemos puesto en movimiento! Hemos dejado todo en lo que estábamos entretenidos porque el Rey de Reyes merece nuestra cercanía, nuestra oración y nuestra acogida. La estrella luce; los pastores ofrecen; los reyes adora; Herodes rabia…y nosotros, para no ser menos, brillamos con la luz de la fe, ofrecemos lo que somos y adoramos a Jesús conscientes de que, Rey, ¡sólo El!

Llegar aquí, en esta mañana santa de la Navidad, es prolongar en el tiempo y en el espacio, lo que ayer noche en Belén se hizo prodigio, milagro, humildad y salvación: Dios en medio de nosotros.

2.- Asomarnos aquí, junto al portal, es agradecer a Dios el hecho de que sigue apostando por el hombre; que sigue confiando en nosotros. ¡Tanto confía…que del hombre se fía y se hace hombre como nosotros! ¡Gracias, amigo y Señor!


Contemplar aquí, delante de la Sagrada Familia el Misterio, es dejarse impresionar por el amor gigantesco de Dios. Belén, en este día de Navidad, tiene sabor a fraternidad. En Belén, los seres humanos, se dan la paz. Y, en Belén, al abrazarnos con Dios no hacemos otra cosa que, en su pobreza, enriquecernos con todo lo bueno que Dios tiene, con todo lo bueno que El nos da.

• Nos fundamos a su pobreza, purificaremos nuestra altanera riqueza

• Nos afiancemos a su humildad, ennoblecerá nuestro altivo orgullo

• Nos envolvamos en su amor, hará más auténticas y radicales nuestras entregas

• Nos perdamos en su alegría, y nuestra felicidad dejará de ser una máscara

3.- Si Dios siendo rico, se hace pobre por nosotros, algo debe existir en nuestra vida ordinaria que no gusta a Dios. Algo que necesita ser recuperado, elevado y dignificado. La Navidad, es la gran riqueza que Dios pone en medio de un mundo que, en el fondo, es pobre y mendigo de un amor auténtico.

Como los pastores hemos creído las palabras del Ángel. Y, estas palabras, nos han producido una inmensa alegría, una profunda emoción: todos nos sentimos un poco niños en el día de Navidad.

*En Belén renace la esperanza; 

*en Belén se recupera el hombre viejo; 

*en Belén, cesan las palabras y habla el amor; 

*en Belén es posible iniciar la recuperación íntegra de nuestra sociedad, iglesia y mundo.

4.- En el día de Navidad, Dios, nos deja sin argumentos. Queríamos pruebas de su amor, y se hace como uno de nosotros. Nos quejábamos de su lejanía, y se deja besar y contemplar en un Niño. ¿Puede hacer más Aquel que no tenía necesidad de tanto?

Pues aún así, a algunos, les parecerá poco o nada. Seguirán embelesados y perdidos con sus dioses. Mirando a la luna o extasiándose con el sol. Aquello de “vino a los suyos y los suyos no le recibieron” vuelve a repetirse en los corazones obstinados. En las personas que se dejan seducir por lo inmediato y son incapaces de abrirse al Misterio.

Dios, en Belén, sabe que se la juega y con mucho riesgo. Se encarna en todo con el hombre: sufrirá, gozará, llorará, dudará pero al final, por Jesús, salvará. Hoy, en la cuna de Belén, el amor calla. Mañana, en Viernes Santo, el amor que fue pequeño y grande en Belén, será también igual de humilde, gigantesco, igual de solitario…pero más sangriento.

5.- Entre maderas vino el amor de Dios al mundo, y entre maderas marchará el amor de Jesús de este mundo.

Eso sí, a los pies de esas cuatro tablas –tanto en el pesebre como en la cruz- estuvo y está quien sabe siempre estar y esperar: MARIA.

Que Ella, la que ha hecho posible esta Navidad, nos ayude acercarnos al pesebre para ver al recién nacido. Que nos ayude a reflexionar sobre el sentido de estos días. Que nos empuje para beber en la fuente del amor que es Belén. Que, como Madre, nos siente en su regazo y nos rescate de la indiferencia, del egoísmo y tantos obstáculos que nos impiden abrirnos a Dios y a los demás.

¡Bendita sea la Navidad! ¿Por qué Dios pudiendo haber venido en séquito real, lo hizo en humilde pesebre?

¡Bendita sea la Navidad! ¿Por qué Dios, que lo tenía todo, se aventuró a perderlo todo? 

¡Bendita sea la Navidad! ¿Por qué Dios, teniéndolo todo, prefirió presentarse sin nada?

¡Bendita sea la Navidad! Ya que el hombre olvida y no mira a Dios, Dios –que mira mucho por el hombre- sale a nuestro encuentro para que no olvidemos que camina y vive junto a nosotros.

6.- ¡HA ABIERTO SUS PUERTAS!

¡Sí! ¡El cielo ha abierto sus puertas!

Y, a través de ellas,

ha descendido lo que en Dios habita: EL AMOR

¡Si! ¡El cielo ha abierto sus puertas!

Y, cruzándolas con amor sin igual,

el amor se ha hecho carne y se ha convertido en luz

Luz que se ha encarnado

Luz que se ha rebajado

Luz que se ha transformado en Niño

Luz que, en la oscuridad, es resplandor de Dios



¡Sí! ¡El cielo ha abierto sus puertas!

Dios, no ha querido quedarse encerrado en el cielo

ha querido hacerse Niño para estar entre nosotros

para llorar, cuando lloremos

o sonreír, cuando estemos alegres

para animarnos, cuando estemos por los suelos



¡Sí! ¡El cielo ha abierto sus puertas!

Y, al abrirlas Dios de esta manera,

nos enseña que, para entrar por ellas,

hay que aprender, hacerse y ser niño

Y, al abrirlas Dios tan sorprendentemente

nos enseña un sendero de paz y de amor



¡Sí! ¡El cielo ha abierto sus puertas!

Pero ¿Habrá abierto sus ventanas el hombre?

¿Tendrá sus ventanas abiertas el mundo?

Si el cielo ha abierto sus puertas,

es porque Dios, tiene algo que dar y algo que recibir:

Nos da a Jesús, que es lo más grande que posee

y, como respuesta, nuestra fe es lo único que espera.



¡Sí! ¡Porque el cielo ha abierto sus puertas es Navidad!

Los pobres, ya no lo son tanto

La paz, es posible alcanzarla mirando hacia el cielo

Las tinieblas, tienen sus días contados

El hombre, tiene su futuro asegurado: ¡Dios!



¿Por qué abre el cielo sus puertas siendo Dios tan poderoso?

Porque Dios, ante todo, es amor

Porque Dios, sobre todo, es servicio

Porque Dios, ante la injusticia, es justo

Porque Dios, ante la mentira, es inocencia

Si el cielo, ha abierto sus puertas…

¡Abramos nosotros las nuestras! ¡Dios quiere entrar por ellas!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario