11 agosto 2019

LA ASUNCIÓN DE MARÍA


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Por Gabriel González del Estal
1.- Virgen del tránsito. En muchos lugares de la vieja Castilla a la fiesta de la Asunción de María se la llama fiesta de Nuestra Señora del Tránsito. En Zamora, que yo sepa, hay bastantes mujeres que se llaman Tránsito y que celebran su santo el 15 de agosto. La palabra “tránsito”, como sabemos, significa el paso de un lugar, o de un estado, a otro. Aplicado a la Virgen, significa el momento en el que la Virgen María pasa de este mundo al otro. El cómo ocurrió esto sólo Dios lo sabe, porque nuestra pobre ciencia humana no pudo, ni puede, comprobar empíricamente el hecho. A los cristianos nos basta creer que nuestra Virgen y Madre María, acabada su peregrinación por este mundo, se fue directamente a estar con su Hijo Jesús y con su Padre Dios. La advocación de la Virgen del Tránsito nos trae a todos nosotros un chorro de luz y de esperanza: después de esta vida, conducidos por la mano materna de nuestra Madre y en virtud de los méritos de su Hijo Jesús, también nosotros iremos a vivir definitivamente con nuestro Padre Dios. La muerte no es el final del camino, la muerte es el paso, es el tránsito, de este mundo al otro, de este mundo mortal y pecador, a un mundo inmortal y glorioso.

2.- La dormición de la Virgen. A la fiesta de la Asunción de María también se la llama fiesta de la dormición de María. Existen muchas estatuas yacentes representando a la Virgen María dormida, descansando ya en Dios. Con este nombre de la dormición queremos indicar que para María la muerte no fue un episodio traumático, ni angustioso. María se durmió llena de paz y se despertó en los brazos de Dios. También en este sentido esta fiesta de la dormición de María nos trae a nosotros un mensaje de paz: si vivimos con Dios, resucitaremos en Dios, sin que exista una grieta violenta y enemiga entre esta vida y la otra. Pedir a Dios una buena muerte es pedirle morir como murió María.
3.- La Asunción de María. Es el nombre litúrgico por excelencia. Asumir es tomar algo o a alguien en propiedad, hacer propia una cosa, o a una persona. Después de que a María se le cumplió el tiempo en la tierra, Dios se la llevó con él, la asumió, la hizo para siempre suya. En este sentido, la Asunción de María indica el momento en el que Dios la asumió, la hizo suya para siempre, llevándola de la tierra al cielo. El mensaje de esta fiesta es siempre el mismo, la llamemos como la llamemos: María fue directamente de la tierra al cielo, sin haber conocido los estertores de una muerte física. Esta fiesta tiene también para nosotros un mensaje claro: es posible vencer a la muerte, porque la muerte no es el final del camino. Cristo venció a la muerte por sus propios méritos; María venció a la muerte en virtud del privilegio que Dios le concedió por ser la madre de Jesús. Nosotros podemos vencer a la muerte por los méritos de Cristo y ayudados por la intercesión eficaz de la Virgen María.

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