11 agosto 2019

EN EL CIELO MARÍA JUNTO A SU HIJO


Resultado de imagen de asunción de maría

Por Francisco Javier Colomina Campos
Celebramos hoy el misterio admirable de la Asunción de María a los Cielos en cuerpo y alma. Este dogma mariano proclamado solemnemente el año 1950 por el papa Pío XII, estaba ya desde muy antiguo en la fe y en la celebración del pueblo cristiano. Hoy la Iglesia mira con admiración al Cielo, y allí contempla a María junto a su Hijo, en cuerpo y alma, coronada como Reina y Señora de todo lo creado.
1. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí. María es la mujer escogida por el Señor para ser la Madre de su Hijo. Él la escogió de forma singular entre todas las mujeres, y por ello, porque iba a ser la madre del Salvador, Dios la preservó de toda mancha de pecado original, siendo concebida purísima. Ella fue la Madre de Dios, la que dio a luz en este mundo al mismo Dios que nació hecho carne. A pesar de ello, Dios no manchó su virginidad, y así fue madre siendo virgen. Y porque María estuvo libre de toda mancha de pecado original, no pudo conocer la corrupción del sepulcro, pues la muerte es fruto del pecado. No podía quedar en un sepulcro a la espera de la resurrección, como cualquier otro ser humano, aquella que no conoció en su vida el pecado. Así lo ha creído la Iglesia desde siempre, así lo sigue creyendo hasta ahora y así lo celebramos hoy. Dios ha hecho cosas grandes en María, como ella misma proclamó al canta el Magnificat al visitar a su prima Isabel. Por ello hoy la Iglesia entera se alegra con María y canta con ella las grandezas de Dios.

2. Enaltece a los humildes. Pero Dios no hizo tantas maravillas en María porque ella fuera mejor que nadie, ni porque fuera la más poderosa según los criterios del mundo. Más bien al contrario, Dios eligió a María por su humildad. Aquella sencilla muchacha de Nazaret fue escogida por Dios por su humildad. Como canta también María en el Magnificat, Dios enaltece a los humildes. La mujer sencilla que supo escuchar la palabra de Dios, que se llamó a sí misma la esclava del Señor, la que supo estar al lado de su Hijo en silencio, meditando todo lo que escuchaba, la que permaneció firme ante la cruz de Jesús y la que finalmente acompañó a los Apóstoles en la espera de Pentecostés, ha sido ahora enaltecida por Dios, asunta a los cielos para estar también allí junto a su Hijo, acompañando y protegiendo con su intercesión a la Iglesia. Así se ha convertido en la figura portentosa que relata el libro del Apocalipsis, en la mujer vestida de sol, la luna por pedestal y coronada con doce estrellas.
3. Donde está María, esperamos llegar también nosotros un día. Pero hoy, la Iglesia no sólo mira al cielo para contemplar a María asunta y revestida de gloria y honor, sino que además mira al cielo con la esperanza de saber que allí conde está María, también la Iglesia entera, y cada uno de sus hijos, anhela llegar un día. Por eso, hoy es un día lleno de luz y de esperanza para los cristianos, pues si María, una criatura humana como nosotros, ha sido llevada al Cielo, creemos y esperamos que también nosotros, si vivimos como María, llegaremos con ella un día al Cielo, nuestra verdadera patria. Hasta entonces, aguardamos aquí en la tierra ese día mientras que imitamos a María en su sencillez, en su escucha atenta de la palabra, en su entrega al plan de Dios y en su ejemplo de confianza en la voluntad de Dios. Si vivimos como Ella, también nosotros llegaremos a donde está Ella.
Que María Santísima, que hoy es asunta al Cielo, interceda por nosotros, nos acompañe en el camino de nuestra fe y nos ayude a vivir cada día la esperanza cristiana. Ella ha ido por delante de nosotros y está junto a su hijo Jesucristo. Que un día también nosotros podemos llegar donde Ella y gozar allí por siempre de la alegría sin fin de la gloria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario