31 enero 2019

Domingo 3 febrero: EL GRAN AMOR DE JESÚS DE NAZARET

Por Ángel Gómez Escorial

1.- Me cautiva lo que en liturgia se ha llamado el “Himno del Amor” de San Pablo”. Por eso veo interesante iniciar el presente comentario por el contenido de nuestra segunda lectura de hoy. "El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume no se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites. El amor no pasa nunca". El fragmento de la Carta a los Corintios al que pertenece el anterior párrafo termina así: "Quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres. La más grande es el amor". San Juan dirá en su Evangelio: "Dios es amor". Se entretejen en todos estos textos una aproximación sublime al amor y el reconocimiento de que es lo más importante en la vida del hombre. San Agustín dirá: "Ama y haz lo que quieras". Todo el cristianismo esta encumbrado por el amor. Y, sin embargo, el amor no está generalizado en el mundo, ni siquiera es abundante.


2.- Se ha tenido miedo al amor. Incluso, en el lenguaje eclesial se utilizó durante muchos siglos el sinónimo de caridad, que vino a transformarse, lingüísticamente, después en acción de beneficencia o limosna, perdiendo a la postre su significado real. Es posible, además, que el amor mundano estuviese mal visto. Pero ocurre que todos los amores --cuando lo son-- tienen la misma substancia. El amor a Dios, el amor al prójimo, el amor a la esposa, el amor a los hijos está hecho de la misma "pasta". Negar eso es un absurdo. No hay mal amor, ni siquiera malos amores.

3.- Si en el mundo reinara el amor no habría maldad, ni guerra, ni violencia. Si fuéramos capaces de seguir a Cristo e inaugurar el Reino del Amor, viviríamos la felicidad completa aquí en este mundo. Nuestro fracaso más terrible es que apenas sembramos amor. Pero, incluso, somos malos --lo hacemos mal-- en esas parcelas de amor que parecen las más "fáciles". El amor en el matrimonio, el amor a la pareja, el amor a los hijos, el amor a los hermanos. 4.- ¿Es todo esto una utopía? No puede serlo, porque Dios nunca nos ordena una cosa imposible de cumplir. Y aunque, por otro lado, es hermoso luchar por las utopías, la realidad es que Cristo nos ha pedido que nos amemos aquí, porque luego en la Vida Futura será obvio que, desaparecido el revés del espejo, nos amaremos.

4.-Tenemos la obligación de fomentar el amor, de ser conscientes que ese es nuestro gran deber como cristianos. Pero llevamos más de dos mil años de vigencia del mensaje de Jesús y ha habido más desamor que amor. Sin embargo, no podemos ser negativos. Hoy la solidaridad es mayor, hay mucha gente que trabaja por los demás y esa dedicación al prójimo no solo aparece en la familia cristiana. Hay más que un atisbo que el Reino del Amor esta algo más cercano. Pero como en todos los grandes proyectos no puede ser obra de unas cuantas individualidades y, por ello, todos, cada uno de nosotros, debe amar un poco más cada día.

5.- Pero sigamos. En el Evangelio del domingo anterior --este de hoy es la continuación del texto de San Lucas-- se narra como Jesús aprovecha su presencia en la sinagoga de su pueblo, de Nazaret, para revelar su misión refiriéndose a un texto de Elías: "El Señor me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad". Y con ello sus paisanos podrían haber demostrado agradecimiento, por el contrario deciden arrojarle por un barranco. Se pueden hacer muchas lecturas de ese Evangelio, pero se nos ocurre que es un aviso directísimo contra los prejuicios. La ecuación de la gente de la Nazaret es simple: si Jesús era hijo del carpintero en modo alguno podía ser profeta y muchos menos Mesías. Le conocían "bien" y, por tanto, no podían aceptar el cambio.

6.- También nosotros mismos, con nuestros planteamientos preconcebidos para siempre, damos pocas oportunidades de mejorar a nuestros vecinos. Y mucho menos de perdonarles o de mejorar nuestro concepto. El niño torpe ya no podrá ser jamás un adulto convertido en ilustre profesor. La mujer que de jovencita parecía un poco atrevida, no le va a ser posible optar a una vida normal y virtuosa. Hay demasiadas posiciones inmutables y falsas que no nos atrevemos a modificar por pereza o soberbia. Resulta, pues, terrible que quienes fueron próximos a la infancia y a la juventud de Jesús no fueran capaces de intuir que alguien notable estaba a su lado. Nunca hemos sabido cómo fueron los años ocultos de Jesús en Nazaret. Pero la personalidad del Salvador aún eclipsada voluntariamente tendría que filtrarse de alguna manera. Sin embargo, nadie le consideró otra cosa que el hijo del carpintero.

7.- En la primera lectura, sacada del capítulo del Libro de Jeremías, se dice: “Mira: yo te convierto hoy en plaza fuerte, en columna de hierro, en muralla de bronce, frente a todo el país” Y esta, sin duda, referido al Mesías y “casa” muy bien con el texto del evangelio de hoy, en el que los paisanos de Jesús le rechazan. Pero también es aplicable a nosotros si en nuestra misión permanecemos firmes en el amor hacia nuestros hermanos. No se trata de que seamos muy sabios y que recitemos de carrerilla los textos sagrados. Se trata de que tengamos amor y si lo tenemos nadie nos apartará de nuestro camino. Pidamos, hoy, a Pablo, el Apóstol de los Gentiles, que interceda por nosotros para que Dios nos dé su mejor don: el amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario