15 noviembre 2018

Jueves XXXII de Tiempo Ordinario

Hoy es 15 de noviembre, jueves de la XXXII semana de Tiempo Ordinario.
Señor, a veces el ritmo de los días me puede y no sé cómo conectar mi vida con tu evangelio. Tengo algunas preguntas que me dan vueltas. Dudas que me asaltan. A veces, ni sé lo que me pasa. Es como si viviera a la carrera. Ahora quiero detenerme, quiero estar en silencio. Busco la paz y escuchar tu voz. Quiero estar contigo. Que la luz de tu verdad alumbre mis dudas. Que tu palabra entre en mi vida y me de paz.
La lectura de hoy es del evangelio de Lucas (Lc 17, 20-25):
En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios Jesús les contestó: «El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros.»
Dijo a sus discípulos: «Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del hombre, y no podréis. Si os dicen que está aquí o está allí no os vayáis detrás. Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación.»

Es verdad, muchas veces busco a Dios en lo grande, en lo aparente, en lo llamativo. Hasta le pido señales claras que él está conmigo. Hoy Jesús me invita a mirar hacia dentro y a reconocer su presencia en lo íntimo, en lo callado de mi vida.
En silencio cierro los ojos y me miro por dentro. Recorro las personas y las experiencias en las que he visto a Dios en las últimas semanas. Los hechos sencillos, las palabras amables, las miradas de cariño, los gestos de acogida.
Jesús me sugiere que mi felicidad, es decir, mi reino, brotará desde dentro, no desde fuera. Al volver a leer su evangelio, pido luz al Señor para reconocer mis búsquedas equivocadas, mis verdades a medias, mis felicidades a corto plazo. Con confianza pongo en manos de Dios esas torpezas, y le pido que me ayude a vivir una vida auténtica.
Jesús, ayúdame a descubrir ese reino escondido que habita en mi interior. Tú que eres sencillo, muéstrame el lenguaje de los humildes de corazón, ya que sólo ellos aman la verdad. Reconcilia mi vida para que sólo desee lo que merece la pena. Dame valentía para no rehuir la prueba, para asumir las dificultades que vengan y para trabajar por tu reino.
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p style=”text-align:justify;”>Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén.

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