30 octubre 2018

LA VIDA FUTURA DESDE EL ACTUAL PRESENTE


Resultado de imagen de todos los santos

Por Ángel Gómez Escorial
1. - Hemos comentado en el editorial de esta semana nuestra idea sobre las Bienaventuranzas que narra San Mateo en el Evangelio de hoy, Solemnidad de Todos los Santos. Ellas marcan --tal como decimos allí-- nuestra deseable "forma de ser" como cristianos. Y, por tanto, será una común característica para todos los que están disfrutando de la Visión de Dios. La condición de Santos la refleja bien San Juan en el fragmento del Apocalipsis, donde "una muchedumbre inmensa que nadie puede contar está en pie ante el Trono del cordero". Nos acerca al gozo de permanecer en la presencia de Dios para siempre. Es este texto un mensaje de Eternidad con olor a Mundo Futuro que, tal vez, no podamos comprender bien, pero que asoma esa unidad de estado y de presencia adorando continuamente al Señor, en presencia de los ángeles. Pero, tal vez, habría que hacer una aclaración: ese mensaje de Vida Futura se establece y se pone en marcha del actual presente de todos y cada uno de nosotros.
2.- Va a ser también San Juan en su Primera Epístola quien defina nuestra condición de Hijos de Dios y que será nuestro "pasaporte" para el cielo. Es posible que ahora no podamos racionalizarlo bien. Pero para llegar a su cercanía real y fehaciente hemos de ser sus hijos. "Queridos, ahora somos hijos de Dios --dice San Juan-- y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Todo el que tiene esperanza en él se purifica a sí mismo, como él es puro". ¿No tiene bastante similitud este argumento con los expresados en la imagen gloriosa del Apocalipsis anteriormente citada? Sí, por supuesto. Y ambos textos nos sirven para contemplar esa vida en el cielo que es nuestra meta futura. Antes que nosotros, miles y millones de santos –unos conocidos, otros desconocidos-- viven la felicidad se saberse hijos muy cerca del Padre, viendo su rostro continuamente.

2. – Son las Bienaventuranzas son programa para la vida presente, aunque tienen su traducción el premio del cielo. Es mensaje terreno para mejor caminar hacia el cielo y hasta en el cielo. Pero, insisto, los textos de Juan --Apocalipsis y Carta-- son escenas para lo eterno. Nuestra meditación debe ir por esa proximidad celeste que nos ofrecen los textos citados. Claro que no es fácil, porque, tal vez, tengamos una idea del cielo --de la Vida Futura-- marcada por el viejo cliché de la imaginería tradicional, con los angelotes revoloteando sobre nuestras cabezas y eso nos impida centrarnos en su contemplación y, sin embargo, dichos textos de Juan son muy precisos. Alguna vez, debemos olvidar la tierra y pensar en el cielo. No es malo quitar esos pies de la tierra y volar hacia el lugar donde nos espera el Señor. La Fiesta de Todos los Santos es una buena ocasión.
 3. - Esta fiesta de Todos los Santos es muy antigua y parece que su origen está en la dedicación del Panteón Romano a Santa María y los mártires. En el Siglo IV la iglesia oriental ya conmemoraba esta fiesta. En el siglo IX se comienza a celebrar en lo que hoy es Francia para luego extenderse a toda la Iglesia latina. En los primeros textos cristianos, escritos inmediatamente después del Nuevo Testamento, nos encontramos con una pieza muy singular que son las Actas de los Mártires. Se trata de los documentos que reflejan los juicios a que fueron sometidos un cierto número de cristianos que se oponían a las leyes romanas de adorar ídolos y de presentar sacrificios rituales a las estatuas de los emperadores. Dichos relatos que, por supuesto, contienen interesante doctrina, también consagran documentalmente a un cierto número de santos por su martirio. El culto a los mártires fue muy importante entre esos primeros cristianos y de ahí se originó la devoción a esos hermanos singulares que supieron dar su vida por Cristo. Lo que los fieles pedían a esos mártires es muy parecido a lo que nosotros hoy solicitamos en nuestras devociones.
La tradición de "hacer santos", de canonizar a cristianos de singulares méritos, es muy antigua. Y el día que litúrgicamente se dedica a recordar a todos los santos, a los conocidos y desconocidos, es este primero de noviembre, en el que las oraciones de la Misa van dirigidas a ese gran número de intercesores que nosotros necesitamos para seguir adelante con nuestros trabajos de ser buenos cristianos. Las Iglesias reformadas, tras la protesta de Lutero, prescindieron de esa práctica canónica. No así las Iglesias ortodoxas que han continuado buscando ejemplos de santidad y venerándolos. En nuestra Iglesia --Católica, Apostólica y Romana--, el pontificado de Juan Pablo II se caracterizó por un incremento notable del número de las beatificaciones y canonizaciones. El beato Juan Pablo II ha pasado a la historia como el Papa que más santos ha elevado a los altares. El actual Papa, Benedicto XVI ha vuelto la cadencia de canonizaciones y beatificaciones a una “velocidad de crucero”, más cercana a la tradicional costumbre de la Iglesia. De todas formas, los procesos de beatificación son largos y muy precisos. Se trata de una investigación que busca, con todos los esfuerzos humanos, la mayor cantidad de información contrastada posible que permita elevar sus conclusiones de manera muy segura en cuanto a la santidad de la persona estudiada. Junto a eso está, evidentemente, el poder del Espíritu Santo que ayudará a que dichos juicios no sean erróneos. Con respecto a la etapa actual significa un incremento notable de estas causas de beatificación y un mayor trabajo en todos los estamentos --desde las diócesis hasta la congregación vaticana correspondiente-- respecto a dicha materia.
4. - En definitiva lo que nos da el "efecto de los santos" es una mejoría de la actitud de los cristianos. El ejemplo de la vida de los santos y las gracias especiales que esas personas elevadas a los altares pueden dar a quienes les siguen constituye un hecho más que evidente. Las devociones tienen pues esa atracción espiritual y, a veces, no son muy explicables racionalmente, aunque en algún momento pueden recibirse gracias especiales. Hay otro matiz interesante es esta celebración de Todos los Santos que es reverenciar por un día a todos aquellos hermanos nuestros que alcanzaron la santidad y que no son conocidos. Algunos de ellos pueden estar intercediendo por nosotros sin que lo sepamos. Y eso es muy hermoso.
5. - El mejor análisis que se puede hacer de los santos y de su relación con nosotros --los que aún estamos en este mundo-- reside en que es perfectamente posible poniéndose en presencia de Dios entender mejor lo que es el Reino de Dios. Incluso, en algunos momentos en los que ponerse en la cercanía del Señor no parece posible, siempre puede aparecer el buen trabajo de un santo intercesor. Todo nuestro camino de cristianos en mucho más fácil a partir de esa conexión espiritual que se nos da. Y dicha conexión forma parte en la esperanzadora doctrina de la Comunión de los Santos. Todos los que seguimos a Jesús y vivimos con su gracia en esta vida y todos aquellos que ya en el cielo contemplan su rostro estamos unidos. La intercesión de los santos no es pues algo raro, misterioso o indefinible. Responde a esa unión entre los fieles de todas las épocas que preside Cristo como cabeza de su Iglesia.
Esa extraordinaria forma de comunicación que nos da la Comunión de los Santos es, en definitiva, lo que celebramos hoy. Tenemos miles y miles de intercesores que nos facilitan el camino hacia Dios. Meditemos en ello.

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