Señor Jesús,
una vez más, Tú eres claro y directo.
Gracias por tu sinceridad.
Lo que hoy les dices a los Apóstoles nos lo estás diciendo a nosotros:
Servir y no mandar,
o si toca mandar hacer del mando un acto de servicio,
y desde el amor, es lo que nos estás ofreciendo
como manera de vivir
y de estar en el mundo.
Y esta manera de actuar
no es una elucubración tuya
es lo que vives,
esa es tu manera de ser
y eso que estás por encima de todos y de todo:
¡Qué ejemplo tan maravilloso!
Esa es tu vida que te sale de dentro y nos la ofreces
a los que queremos ser tus seguidores:
“Porque el Hijo del Hombre
no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida
¡Qué bochorno sentirías, Señor Jesús, al oír la petición
de los hijos del Zebedeo
y constatar después
que todo el grupo pensaba lo mismo!
¡Qué lástima, tanto tiempo con ellos y todavía no habían percibido
el sentido de tu vida!
Estaban junto a Ti pero todavía no te conocían.
Es posible que algo parecido me suceda también a mí.
Te frecuentamos, Señor Jesús, en tu Palabra, en la Eucaristía,
en las celebraciones, en los encuentros,
en las reuniones …
estamos cerca de Ti y quizás,
como en el caso de los Apóstoles,
mantenemos los deseos y aspiraciones del mundo,
no hacemos nuestros tus Proyectos.
Perdón por las veces que no servimos
y lo peor del caso por cuantas veces nos servimos de…
Una vez más nos ofreces
tu vida como espejo,
para que te miremos, te contemplemos
y saquemos las consecuencias pertinentes.
Como a los hijos del Zebedeo, en más de una ocasión,
nos estarás diciendo:“No sabéis lo que pedís”.
Hoy, Señor Jesús,
quiero darte gracias de las personas que han hecho del servicio
su estilo de vida.
Yo conozco alguna de ellas,
que están siempre dispuestas a servir a la comunidad
y lo hacen con alegría y sencillez.
Gracias por cada una.
Con su servicio dan vida
a la comunidad: en Cáritas,
en la catequesis, en la liturgia,
en la limpieza de la Iglesia,
en una asociación, en el vecindario,
en un partido político o sindicato,
en el Movimiento, en los grupos en los que participan…
Gracias, Señor Jesús,
por todas estas personas
que saben servir
como Tú servías.
Señor Jesús
¿cuáles son ahora mis pretensiones?
¿cuáles son mis aspiraciones?
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