31 julio 2018

Domingo 5 agosto: Moniciones 2


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MONICIÓN DE ENTRADA

Os deseamos nuestra más cordial bienvenida a esta Eucaristía del Domingo Décimoctavo del Tiempo Ordinario. Y hoy tiene una relevancia especial porque Jesús inicia su discurso sobre el Pan del Cielo nos ocupará varios domingos del este mes de agosto. Es un avance maravilloso de la institución de la Eucaristía que Él hará durante la cena del Jueves Santo. Estamos en un tiempo especialmente apropiado para meditar en nuestras grandes verdades y la Eucaristía es una de ellas. Hoy, pues, se nos antoja que es un domingo muy especial: huele a pan fresco recién hecho, a Pan del Cielo que nos salva. Y mañana, lunes, celebraremos una gran fiesta de la Iglesia: la Transfiguración del Señor.



MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS

1.- La primera lectura procede del capítulo 16 del Libro del Éxodo y nos narra como el pueblo judío, peregrino por el desierto, recibió el alimento que Dios envía del cielo: el maná. Es un claro antecedente de nuestra Eucaristía con la diferencia –claro— que nosotros en ella, por amor de Jesús, comemos a nuestro propio Dios.

S.- El Salmo 77 es uno de los más largos del Salterio. En él, como en el Pentateuco, se narra la historia del pueblo de Israel. Proclamamos, primero, los versículos 3 y 4. Para pasar después a los versos 23, 24 y 25 que cuentan el episodio de la caída del maná, tal como dice nuestra primera lectura. Es, sin duda, un salmo responsorial muy a la medida de las lecturas de hoy.

2.- San Pablo, en la Carta a los Efesios, habla de una transformación profunda de los convertidos. Nuestra segunda lectura de hoy va a manifestar, sobre todo, el poder renovador del Espíritu, que nos otorga una nueva condición humana, creada a imagen de Dios, con justicia y santidad verdaderas.

3.- Como ya decíamos en la monición de entrada Jesús de Nazaret nos va a ir explicando hoy –y en domingos sucesivos— el llamado “Discurso del Pan”, y que no es otra cosa que un avance profético de lo que será la Eucaristía, instituida el Jueves Santo. Es el evangelista San Juan quien recoge dichas palabras que son, sin duda, de entre las más sublimes de todo el Evangelio. Escuchemos hoy, pues, con una muy especial atención.



Lectura de Postcomunión

MONICIÓN

Atribuida a San Francisco de Asís es la oración predilecta de la familia franciscana y muy indicada para estos tiempos difíciles y convulsos en los conflictos no cesan y la paz sigue en precario.



ORACIÓN FRANCISCANA POR LA PAZ



¡Señor, haz de mí un instrumento de tu paz! 

Que allí donde haya odio, ponga yo amor; 

donde haya ofensa, ponga yo perdón; 

donde haya discordia, ponga yo unión; 

donde haya error, ponga yo verdad; 

donde haya duda, ponga yo fe; 

donde haya desesperación, ponga yo esperanza; 

donde haya tinieblas, ponga yo luz; 

donde haya tristeza, ponga yo alegría.



¡Oh, Maestro!, que no busque yo tanto 

ser consolado como consolar; 

ser comprendido, como comprender; 

ser amado, como amar. 



Porque dando es como se recibe; 

olvidando, como se encuentra; 

perdonando, como se es perdonado; 

muriendo, como se resucita a la vida eterna. 

Exhortación de Despedida

Hoy sabemos que Jesús se quedó en la Eucaristía para salvarnos, para darnos alegría, para ser más felices. Salgamos contentos del templo porque hemos descubierto el profundo amor de Nuestro Maestro por sus amigos.

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