13 enero 2018

Domingo 14 enero: Comentario

Oración de Mons. Pedro Casaldáliga
¡Señor Jesús!
Mi Fuerza y mi Fracaso eres Tú.
Mi Herencia y mi Pobreza. Tú, mi Justicia, Jesús.
Mi Guerra
y mi Paz.
¡Mi libre Libertad!
Mi Muerte y Vida,
Tú,
Palabra de mis gritos, Silencio de mi espera, Testigo de mis sueños. ¡Cruz de mi cruz! Causa de mi Amargura, Perdón de mi egoísmo, Crimen de mi proceso, Juez de mi pobre llanto, Razón de mi esperanza, ¡Tú!
Mi Tierra Prometida eres Tú…
La Pascua de mi Pascua. ¡Nuestra Gloria por siempre Señor Jesús!


Jn 1, 35-42
«35Al día siguiente, de nuevo estaba Juan con dos de sus discípulos 36y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: “He ahí el cordero de Dios”. 37Y los dos discípulos oyeron hablar así y siguieron a Jesús.
38Y volviéndose Jesús, viéndolos seguirle, les dice: “¿Qué buscáis?”. Ellos le dijeron: “Rabbí -que significa Maestro-, ¿dónde vives (lit. “permaneces”)?”. 39Les dice: “Venid y veréis”. Así que fueron, y vieron dónde vivía (“permanecía”), y se quedaron (“permanecieron”) con él aquel día; era como la hora décima [las cuatro de la tarde].
40Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. 41Éste encuentra primero a su propio hermano Simón y le dice: “Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)”. 42Lo condujo a Jesús. Fijándose en él, Jesús le dijo: “Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú serás llamado Cefas (que significa Pedro)”».
¡PALABRA DEL SEÑOR!

CONTEXTO
Volvemos al evangelio de Juan, del que ya habíamos leído el prólogo (Jn 1,1-18, Navidad) y la primera parte de lo que se conoce como “la semana inaugural” (1,19-28, III Adviento). Hoy leemos “el tercer día”, el comienzo del discipulado con Jesús (1,35-42). El texto pertenece a la unidad 1,19-2,12, que está estructurado en una semana. El primer día presenta el testimonio de Juan Bautista ante los sacerdotes y levitas (1,19-28). El segundo día (cf. “al día siguiente”, v. 29) aparece en escena Jesús, al que Juan califica de “cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, y es bautizado (1,29-34). El tercer día (cf. “al día siguiente”, v. 35) comienza el seguimiento a Jesús, el discipulado, a iniciativa de Andrés (1,35-42). El cuarto día (cf. “al día siguiente”, v. 43) es el mismo Jesús el que llama a Felipe y habla con Natanael (1,43-51). El séptimo día (cf. “tres días después”, 2,1) se celebra la boda de Caná, donde Jesús dio comienzo a “los signos” y “manifestó su gloria” (2,1-12).

TEXTO
Podemos estructurar el texto en tres partes: a) la presentación de Juan y Jesús y la transición de los discípulos de Juan a Jesús (vv. 35-37); b) el diálogo entre Jesús y los que habían sido discípulos de Juan (vv. 38-39); c) Andrés lleva a Simón donde Jesús (vv. 40-42). Es un texto de transiciones y movimientos: los discípulos de Juan pasan a ser de Jesús; ellos van a donde vivía Jesús; Andrés conduce a Simón a Jesús. Además, hay miradas en dos direcciones (a Jesús y de Jesús. Por otro lado, tres veces se da traducción de nombres, caso único en los evangelios. Movimientos, miradas, “traducciones”, aspectos relevantes de nuestra vida cristiana.

ELEMENTOS A DESTACAR
• Sobresalen verbos (acciones) muy significativos, verbos de “mirada”: el texto se abre y se cierra con el verbo fijarse (vv. 36.42): Juan se fija en Jesús y le llama “Cordero de Dios”. Jesús se fija en Pedro y le llama “Piedra”. Además, Jesús invita a “venir y ver”, y los discípulos fueron y “vieron”, y se quedaron con él. Nada referido a la visión queda igual. Pero ¿cuántas cosas de nuestra vida siguen igual después de ver a Jesús, su enseñanza y sus obras?
• Otra secuencia elocuente es “oír-seguir”: los discípulos de Juan oyen sus palabras y siguen a Jesús (vv. 37.40). Las palabras de Juan encaminan a Jesús. ¿Nuestras palabras, nuestro testimonio, encaminan a los demás a Jesús? ¿Transparentamos a Jesús con nuestra vida?
• Y todavía una tercera secuencia destacada: “buscar- encontrar”: las búsquedas de aquellos discípulos orientan las nuestras para que sean una búsqueda de Dios. Desde la perspectiva profética, donde es tan importante el “buscar”, dicha búsqueda tiene que estar acompañada de la justicia y el amor. Si no, no podremos “encontrar” a Jesús (cf. Jn 7,34; 8,31).
• El verbo “permanecer”, que en el texto se traduce por “vivir” y “quedarse”, es muy importante en la teología del 4o evangelio: es discípulo el que permanece en Jesús (15,4-5), en su palabra (8,31; 15,7) y en su amor (15,10). “Permanecer en Jesús” supone aprender de él y vivir de él y como él. Y así, el discípulo puede convertirse en apóstol, como Andrés en el evangelio de hoy. De modo que ya no son sólo las palabras las que conducen a Jesús (como comenzaba el evangelio), sino toda la persona, todos los aspectos de una persona.

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.
Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?
Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…
Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario