Andrés escucha a Juan el Bautista hablar de Cristo, y es tal su interés por él, que decide seguir a Jesús hasta su casa. Ahí convive con él y se convence de que él es el Mesías, de que quiere seguirlo y darlo a conocer al mundo. Pedro es a quien primero le habla de su encuentro con Cristo y lo lleva ante él. Así, con pláticas personales y aparentemente casuales, Cristo llamará a los 12 hombres que lo acompañarán en su misión de anunciar el Reino de Dios al mundo.
A nosotros también hoy Cristo nos llama a través de otras personas que nos lo dan a conocer con su ejemplo de vida o con la evangelización de su Palabra: el sacerdote, nuestros padres, el amigo que vive convencido de su fe…
Y como a Andrés, nos llama a conocerle en la intimidad de donde él vive: en la Eucaristía, en la oración, en su Palabra, en las obras maravillosas de su creación, en las carencias y necesidades de nuestros hermanos…
Si como Andrés, nos aventuramos a dedicarle un poco de tiempo a Cristo en la intimidad, saldremos llenos de él, convencidos de vivir para Él, y dispuestos a hablarle de Él a otros. Porque el amor de Cristo es como una lámpara que nos da luz para vivir y calor para amar. Sólo nos pide que le demos tiempo para conocerlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario