En la Revisión de Vida tenemos los tres pasos: VER, JUZGAR y ACTUAR.
Eso es lo que Tú, Señor Jesús, haces hoy.
En un primer momento
miras lo que sucede
en tu entorno, observas lo que acontece a tu alrededor
y descubres: Incoherencias tremendas, muchas buenas palabras
pero la vida no corresponde
a esas palabras.
Ves vanidades a partir
de comportamientos religiosos;
ves utilizar la religión
para engrandecerse
¿Qué es, Señor Jesús,
lo que ves ahora en nuestro mundo? ¿Qué es lo que más te llama la atención de nuestras vidas?
Seguramente estás viendo la crisis, y sobretodo a quienes la que la sufren.
¿Han desaparecido, en nuestro mundo, las incoherencias? ¿Continuamos siendo vanidosos
y nos creemos por encima
de los demás?
Una vez que has presentado los hechos, una vez que los has analizado
y has visto sus consecuencias
miras con los ojos de Dios tu mundo. (De hecho desde el principio lo estás miran- do con los ojos de Dios;
tus ojos permanentemente son los ojos de Dios por eso eres más sensible
a unos aspectos que a otros).
Y viene luego el juzgar, aportas el proyecto de Dios, el plan de Dios:
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestros porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro padre, el del cielo.
No os dejéis llamar jefes, porque uno solo es vuestro Señor, Cristo.
El primero entre vosotros
será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado,
y el que se humilla será enaltecido.”
Tú, Señor Jesús, eres nuestro maestro Tú, Señor Jesús, nos dices
que uno solo es nuestro Padre: Dios y que todos somos hermanos.
Tú, Señor Jesús, nos dices que uno sólo es nuestro Jefe: Cristo.
Y como guinda
nos dices que hemos de hacernos servidores unos de otros, especialmente los que mandan, los que van por delante; y que hemos de poner nuestro empeño en ser humildes, porque esa es la música que Dios escucha.
Gracias, Señor Jesús,
por mostrarme, una vez más,
que Tú eres nuestro maestro, nuestro único maestro.
Gracias por decirme, una vez más, que Dios es nuestro Padre. Gracias por decirme que mi jefe eres Tú. Gracias por invitarme
a entrar en el camino del servicio
y de la humildad.
¿No es esto lo que Tú viviste estando entre nosotros? ¿No es éste tu estilo de vida?
Ahora viene el actuar, como en la Revisión de Vida.
Tú, Señor Jesús,
nuestro maestro y nuestro jefe
nos propones: reconocerte como nuestro único maestro, vivir como hermanos, tener a Dios como Padre,
ser servidores y entrar por el camino de la humildad.
Ayúdanos a vivir como hijos de Dios Padre y hermanos de todo el mundo.
Señor Jesús,
ayúdanos a ser servidores y a hacer de la humildad nuestro traje de todos los días.
Gracias una vez más.
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