03 septiembre 2017

Vuelve a ser discípulo

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Ser discípulo de Jesús no es algo fácil, pero la llamada a seguirlo es permanente.
Seguir a Jesús
El texto del domingo anterior nos traía la confesión de Pedro, el reconocimiento de Jesús como el «Mesías, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16, 16). El asunto da ahora un vuelco. El Señor revela a sus discípulos las dificultades que encontrará entre los grandes de su pueblo. Los tres estamentos señalados, senadores y sumos sacerdotes (de mayoría saducea) y letrados (de mayoría farisea) lo harán apresar y lo condenarán a muerte. El Sanedrín es la instancia de mayor autoridad en el pueblo judío de ese entonces (cf. v. 21).

Pedro se niega a aceptar lo manifestado por Jesús, no está dispuesto a pagar ese precio por seguirlo. Su práctica no está de acuerdo con su teoría. Reconoce en Jesús al Cristo (Mesías) pero le choca el anuncio, se retrae. El Señor le responde con fuerza. Nuestras traducciones ponen en labios de Jesús la frase «quítate de mi vista, Satanás» (16, 22); pero literalmente lo que dice Jesús es «ponte detrás de mí (eso es lo que significa el término griego que emplea Mateo), Satanás»Hay un firme rechazo a la reacción de Pedro, pero al mismo tiempo le dice que tome nuevamente su puesto de discípulo, puesto que lo llama a situarse detrás de él para seguirlo y no ser un obstáculo en su camino. En otros términos, el enérgico rechazo a Pedro contiene también el perdón a su error, Jesús cree que Pedro es capaz de volver a comportarse como un discípulo, capaz de caminar tras su huella. Aunque en desacuerdo con él, confía en su retorno.
Discernir la voluntad de Dios
Firmeza y acogida, las dos cosas están presentes en la reacción de Jesús. El Señor sabe que ser discípulo implica un proceso. Se aprende a ser coherente, a no afirmar una cosa y hacer otra. No es sencillo poner en práctica el evangelio, pero hay que hacerlo, esto se demuestra en nuestras obras. La necesidad de coherencia se hace cada vez más necesariaNuestra solidaridad con los que más sufren probará si creemos en aquel que vino a traer «vida, y vida en abundancia», según reza el evangelio de Juan.
Seguir a Jesús, dejarse seducir por Dios hoy (cf. Jer 20, 7) debe llevarnos a hablar claro y a no quedarnos en paliativos. No se trata de crear problemas, sino de reconocer su presencia y decir que deben ser resueltos desde las necesidades de los más pobres. A muchos no les gustará que se hable y se actúe así. Tendremos la tentación de callar (cf. Jer 20, 9) o de evitarnos dificultades como Pedro. Pero el Señor espera siempre que sepamos discernir su voluntad (cf. Rom 12, 2), que no separemos el amor de Dios del amor al prójimo, en especial al pobre, y que retomemos constantemente nuestro lugar como discípulos.
Gustavo Gutiérrez

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