Lecturas: Isaías 55, 6-9; Salmo 144; Filipenses 1, 20c-24. 27a; Mateo 20, 1-16
La parábola de los trabajadores
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos es semejante a un propietario que, al amanecer, salió a contratar trabajadores para su viña. Después de quedar con ellos en pagarles un denario por día, los mandó a su viña. Salió otra vez a media mañana, vio a unos que estaban ociosos en la plaza y les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo que sea justo’. Salió de nuevo a medio día y a media tarde e hizo lo mismo. Por último, salió también al caer la tarde y encontró todavía a otros que estaban en la plaza y les dijo: ‘¿Por qué han estado aquí todo el día sin trabajar?’ Ellos le respondieron: ‘Porque nadie nos ha contratado’. Él les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña’.
Al atardecer, el dueño de la viña dijo a su administrador: ‘Llama a los trabajadores y págales su jornal, comenzando por los últimos hasta que llegues a los primeros’. Se acercaron, pues, los que habían llegado al caer la tarde y recibieron un denario cada uno.
Cuando les llegó su turno a los primeros, creyeron que recibirían más; pero también ellos recibieron un denario cada uno. Al recibirlo, comenzaron a reclamarle al propietario, diciéndole: ‘Esos que llegaron al último sólo trabajaron una hora, y sin embargo, les pagas lo mismo que a nosotros, que soportamos el peso del día y del calor’.
Cuando les llegó su turno a los primeros, creyeron que recibirían más; pero también ellos recibieron un denario cada uno. Al recibirlo, comenzaron a reclamarle al propietario, diciéndole: ‘Esos que llegaron al último sólo trabajaron una hora, y sin embargo, les pagas lo mismo que a nosotros, que soportamos el peso del día y del calor’.
Pero él respondió a uno de ellos: ‘Amigo, yo no te hago ninguna injusticia. ¿Acaso no quedamos en que te pagaría un denario? Toma, pues, lo tuyo y vete. Yo quiero darle al que llegó al último lo mismo que a ti. ¿Qué no puedo hacer con lo mío lo que yo quiero? ¿O vas a tenerme rencor porque yo soy bueno?’ De igual manera, los últimos serán los primeros, y los primeros, los últimos”. Mateo 20, 1-16
Reflexión
Los caminos de Dios no son nuestros caminos. Él es mucho más generoso de lo que nosotros nos podamos imaginar. Dios puede ser tan generoso como quiera con sus dones; lo más frecuente es que sea compasivo como el dueño de la viña con quienes no habían tenido quien los contratase. Cuando a algunos amigos les han dado regalos que no merecían ¿Cómo se sintieron? ¿Qué les parece el dueño de la viña? ¿Creen que estaba mal que les diera a todos lo mismo? ¿Por qué creen haría esto? El mensaje de hoy es la Compasión y la generosidad a la que nos llama Dios, porque Él es compasivo.
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Oración
Señor, tu siempre eres compasivo y generoso.
Danos un corazón limpio de resentimientos y de envidias, para que podamos alegrarnos siempre del bien de los demás, y seguir tu ejemplo de cómo nos tratas a cada uno con infinito amor. Amen
Danos un corazón limpio de resentimientos y de envidias, para que podamos alegrarnos siempre del bien de los demás, y seguir tu ejemplo de cómo nos tratas a cada uno con infinito amor. Amen
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