13 mayo 2017

¡Cuánto tenemos que aprender de Ti!

Tú ofreces tu casa solariega a toda la gente que anda
a la intemperie por los caminos de la vida,
Tú eres amigo de acoger sin preguntar,
ofreciendo, primero, el calor de tu abrazo,
la ternura de tu amistad y las viandas de tu amor.
¡Cuánto tenemos que aprender de ti!
Tú has reservado un cuarto para cada uno,
respetando nuestro ser y nuestras manías,
apreciando nuestra voz y decisión,
provocando nuestra responsabilidad.
Tú guardas siempre el mejor sitio, el más tranquilo,
el mejor amueblado para el más pobre y pequeño,
para el más marcado por la vida.
¡Cuánto tenemos que aprender de ti!
Tú nos recuerdas cada día la infinidad de personas
que tenemos huérfanas de casa y pan,
huérfanas de presente y porvenir,
siendo que tu sueño primero fue
un hogar amplio, cálido y común
donde podamos vivir el gozo de la hermandad,
¡Cuánto tenemos que aprender de ti!
Tú no te quedas parado.
Reclamas nuestra colaboración para esa tarea,
sublime y elemental, de dar a cada persona
un cuartito en esa casa grande,
tu casa solariega, que es la humanidad.
¡Cuánto tenemos que aprender de ti!

                                                                                 Ulibarri, FI.

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