11 mayo 2017

Comentario Domingo V de Pascua

Resultado de imagen de yo soy el camino la verdad y la vida
Jn 14, 1-12
«1‘No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed en mí. 2En la casa de mi Padre hay muchas estancias, si no ¿os habría dicho que me voy a prepararos un sitio? 3Y cuando vaya y os prepare un sitio, volveré y os tomaré conmigo, para que donde yo estoy también vosotros estéis 4y adonde yo voy, ya sabéis el camino’.
5Le dice Tomás: ‘Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo podemos saber el camino?’. 6Le dice Jesús: ‘Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. 7Si me conocierais a mí, también a mi Padre conoceríais. Y ahora ya lo conocéis y lo habéis visto’.

8Le dice Felipe: ‘Señor, muéstranos al Padre y nos basta. 9Le dice Jesús: ‘¿Hace tanto tiempo que estoy con vosotros, y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’? 10¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que yo os digo no lo hablo por mí mismo, sino que el Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. 11Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed por las obras.
12En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y hará mayores aún, que yo voy al Padre’».
¡PALABRA DEL SEÑOR!
 

CONTEXTO
La escena se desarrolla en un contexto alarmante y duro: Jesús anuncia primero la traición de Judas (Jn 13,21-30) y luego la negación de Pedro (13,38). Jesús pronuncia estás palabras de consuelo, pese a que está conmovido por la realidad dolorosa de la traición y negación de los suyos. Además, a la traición y la negación, se añade la incomprensión: a Jesús no le comprende ni Tomás ni Felipe. Sin embargo, en medio de ese ambiente desolador, Jesús plantea a los discípulos todo un reto: “Creed en Dios, creed en mí”. Aunque todo les parezca oscuro e incierto a los discípulos, Jesús les ofrece un doble apoyo en el Padre y en Él. En ese contexto de despedida, donde se registra la traición, la negación, la incomprensión y el abandono, Jesús no rompe la vinculación con sus discípulos. El texto con el que Jesús responde a Felipe continúa hasta el v. 21. Después intervendrá el otro Judas y la respuesta de Jesús ocupará todo el resto del capítulo 14, que termina con un “levantaos, vámonos de aquí” (14,31).
 

TEXTO
Aunque el texto del evangelio no forma propiamente una perícopa, sí lo podemos estructurar en 4 partes: la parte central (vv. 5-11) está enmarcada por una introducción y una conclusión. La introducción presenta el tema principal del evangelio: creer en Dios Padre y en Jesús (vv. 1-4); en ella aparece dos veces “yo/me voy” (vv. 2.4), que hace inclusión con el “yo voy” del v. 12. Este versículo 12 forma la “conclusión” del texto. Estamos en el discurso de despedida de Jesús y ese “irse” hace de marco al núcleo textual. Dicho núcleo central (vv. 5-11) puede dividirse, a su vez, en dos partes: la intervención de Tomás y respuesta de Jesús (vv. 5-7), en clave de incomprensión (“ya sabéis” dice Jesús; “no sabemos” dice Tomás); y la intervención de Felipe y respuesta de Jesús (vv. 8-11), en la misma clave de incomprensión (“conocer”/“no conocer”).

ELEMENTOS INTERESANTES
• La actitud discipular fundante: la fe. En este contexto, como en general en el NT, fe es confianza radical en Jesús y en Dios Padre. Jesús indica con claridad su don y su tarea: preparar un sitio en la casa del Padre para llevar a cada discípulo y a todos ellos a dichas estancias. No nos deja de la mano; al revés, estamos en las suyas. ¿Es nuestra fe en Jesús y en Dios un entregarnos confiadamente a ellos?
• Estas afirmaciones de Jesús son tanto más sorprendentes cuanto que apenas ha anunciado la traición de Judas, la negación de Pedro; apenas vamos a comprobar la incomprensión de Tomás y Felipe…; pero es a ese grupo de discípulos precisamente al que se les promete la vida en comunidad con Dios. La bondad de Jesús sobrepasa cualquier límite ¿la nuestra?
• La ignorancia de Tomás (“No sabemos a dónde vas”) permite a Jesús realizar otra afirmación extraordinaria, del gusto del evangelista Juan (los dichos “Yo-soy”, que ya aparecían el domingo pasado: “Yo soy la puerta”): “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Esta clara identidad nos habla de la grandeza de Jesús, que aparece con el “nombre” de Dios en el AT (“Yo soy el que soy”). El que sabe lo que es tiene fuerza para afrontar la vida: Jesús nos enseña que la fuerza está en saber lo que uno es. Cuanto más nos acercamos a Jesús, más se configura nuestra propia identidad y mejor nos capacita para vivir cabalmente.
• La ignorancia de Felipe (“Muéstranos al Padre”) permite a Jesús aclarar su íntima relación con el Padre. El secreto de la fuerza y la audacia de Jesús es su comunión con el Padre: “estar en el Padre”, “decir las palabras del Padre”, “hacer las obras del Padre”. En su ser, decir y hacer Jesús es reflejo nítido del Padre. ¿Cómo hacer nuestra esta experiencia de Jesús con el Padre?

Oración para disponer el corazón
Maestro Divino, tú has dicho: “Yo Soy el pan de vida”: Sacia nuestra hambre y sed de vida y vida en plenitud.
Maestro Divino, tú has dicho: “Yo Soy la luz del mundo”: Disipa las tinieblas de nuestro pecado, que tu luz nos envuelva,
nos llene y nos transforme la vida.
Maestro Divino, tú has dicho: “Yo Soy la puerta”: Sé para nosotros la puerta permanente que nos permita entrar en la casa del Padre.
Maestro Divino, tú has dicho: “Yo Soy el buen pastor y doy la vida por mis ovejas”: Enséñanos a entregar nuestra vida por el bien de los hermanos, con generosidad y alegría.
Maestro Divino, tú has dicho: “Yo Soy la resurrección y la vida”:Visita nuestras tumbas e inúndalas de los rayos luminosos de tu vida. Capacítanos para abandonar cualquier situación de muerte que niegue tu vida en nosotros.
Maestro Divino, tú has dicho: “Yo Soy el camino, la verdad y la vida”: Frente a tantas propuestas y caminos, ayúdanos a permanecer en Ti, y a caminar con entusiasmo hacia el Padre.
Maestro Divino, tú has dicho: “Yo Soy la vid verdadera, quien permanece en mí, dará mucho fruto”: Ayúdanos a permanecer en ti, para encontrar cada día nuestra identidad más profunda y vivir según ella.
Maestro Divino, que en ti descansemos y encontremos serenidad, paz y plenitud en medio de las dificultades de cada día. Amén.
 
Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.
Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?
Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…
Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

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