¡No es la misa vespertina de todos los sábados!. Es la Vigilia Pascual: Vigilia de oración, de espera, de cumplimiento de promesas. Vigilia madre de todas las vigilias. ¡Qué pena que la noche de las noches tenga tan poca fuerza en nuestros pueblos! Se pelea la gente por ponerse la ceniza y la mayoría dejan pasar la gran Vigilia. Es el fruto de una manera de hacer catequesis… O quizá, es mejor tener un Dios muerto que un Dios vivo. Así le recordamos como ausente, y nos ahorramos el vivirle como presente.
Como las mujeres que van de madrugada al sepulcro, el pueblo creyente se reúne en oración para escuchar las lecturas de la historia de la salvación que apuntan a este momento cumbre de la acción de Dios. Todo comienza de nuevo. Es la hora de la Nueva Creación. Es la hora del Hombre nuevo nacido por el agua y por el Espíritu.
Lo nuevo de la Vigilia no es la Eucaristía (¡dos días sin ella lleva la Iglesia!), lo nuevo es lo que precede a la Eucaristía: el rito del fuego y el pregón pascual; las lecturas que condensan la acción de Dios a lo largo de toda la historia de salvación con la proclamación del himno pascual: el aleluya; el rito del agua bautismal que tiene sentido después de la proclamación del relato de la resurrección. Pero lo nuevo no debe dejar en segundo plano a lo que es lo importante: la Eucaristía memorial de la muerte y resurrección del Señor.
De madrugada, con el misterio del alba comenzando, las mujeres (sin nombre al principio del relato) van al sepulcro. No encuentran nada. No encuentran lo que esperaban…
¡Es la eterna pedagogía de Dios! Nosotros buscando lo que nos imaginamos. Dios sorprendiéndonos con lo que ni nos podíamos imaginar… Nosotros con nuestros esquemas. Dios con los suyos, desbaratando todo lo nuestro, llevándonos siempre más allá. ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
No busques a Dios como te lo imaginas. No lo encontrarás.
No busques a Dios donde lo dejaste. No lo encontrarás.
No busques a Dios cuando tú quieres. No lo encontrarás.
Es inútil madrugar para buscarle. Dios madruga más que tú.
Es él quien te sorprenderá:
cuando menos lo esperes
donde menos te lo pensabas,
y del modo que no te imaginas.
Salimos todos a la calle para iniciar la primera parte de esta Vigilia: La Liturgia del Fuego y la Luz.
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