Míranos, Señor, en tierra.
No tenemos otra manera para expresarte
el reconocimiento de cuanto haces por nosotros.
La tierra que un día cogiste en tus manos
para formarnos hombre y mujer
hoy se ha erguido contra ti
y te ha alzado en lo alto de una cruz
hasta verte muerto.
Reconocemos la obra de nuestras manos
y confesamos nuestro pecado.
Pero sobre todo, Señor,
reconocemos y confesamos que eres Dios
de entrañas de misericordia,
de entrañas de ternura,
de entrañas de perdón.
Tu amor es más grande que nuestro pecado.
Tu amor es más grande que nuestras obras.
¿Cómo seguir de pie en tu presencia?
¿Cómo asomarnos a tu mirada?
¿Cómo no escapar huyendo
hasta un rincón donde no nos puedas ver?
Pero si vamos al fondo del mar: allí estás tú.
Y si subimos a la cima más alta: allí estás tú.
Y si buscamos el escondite más recóndito: allí estás tú.
Por eso, Señor, no huiremos de tu presencia.
No emigraremos de nuestra tierra.
Aquí estamos, delante de ti,
postrados ante ti
porque sabemos que podemos mirarte,
porque sabemos que tus palabras son hoy súplica
a favor nuestro:
“Perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen”
Ante ti,
en tu presencia,
queremos celebrar el misterio santo y profundo
de la Pasión y Muerte
de Jesucristo nuestro Señor.
A Él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario