Por Javier Leoz
PADRE
Todo se paraliza, también el pulso, el corazón y el cuerpo de Jesús. Sólo queda el Padre. Con esa palabra, Cristo, expira. En El confía. En El espera. En El y por El muere. Y, al final, la última palabra la tendrá el poder del Padre.
CRUZ
Jesús queda colgando del madero: el gran escándalo de los siglos, el despojo vencido de un Dios, lo que Isaías abrumado no llamó hombre sino gusano. Pero, la cruz, habla en medio del caos: ¡Dios es amor!
SILENCIO
Y ¿ahora? Ahora habla el silencio. Es la hora de la cruz. La cruz pregona el amor. Y, en la cruz, se desangra el Señor. En el horizonte ya no brillan las estrellas. Hasta el sol se resiste a iluminar: hoy, sobre la cruz, se alza el REY DE REYES. Ha subido por amor, por nuestro amor. Ya no hay milagros, ni pan multiplicado, ni paralíticos que vuelven a los caminos….ahora esperamos que vuelva con vida resucitada el que tantas veces dio vida a los demás.
MADRE
Nos entrega, al pie de la cruz, lo poco que le queda en la tierra: la Madre. Y nos la ofrenda con una condición: que la acojamos. ¿Acoger a María? ¡Si! Siendo fieles, perseverando en el camino de la fe. Recibir a María conlleva el imitar sus actitudes de discípula y maestra. ¿Estamos dispuestos?
VÉRTIGO
La cruz, cuando es pesada o demasiado alta, asusta, nos echa atrás. Desde la tierra, un rascacielos, se ve inmenso. Desde el cielo, en cambio, diminuto. La cruz, desde la fe, es entrega y amor, locura de Dios y pasión. Es rescate de la humanidad perdida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario