15 enero 2017

Reconocer a Jesús

Resultado de imagen de El cordero de Dios
El evangelio de Juan acaba de presentar a Juan Bautista en su tarea, y dando fe de que él no es sino aquel que allana el camino. Le toca ahora reconocer, progresivamente, quién es en realidad ese Jesús al que precede.
El Cordero
El evangelista Juan no nos narra el bautismo de Jesús, sino a través del testimonio indirecto del Bautista, testimonio presentado sintéticamente en pocos versículos.
«Este es el Cordero de Dios» (v. 29), primer señalamiento de Jesús por el Bautista, y, apelando, como lo hace con frecuencia Juan, al libro del Exodo, recuerdo inmediato del cordero pascual (cf. Ex 12): el rito que celebra la liberación originaria del pueblo de Israel. El cordero será inmolado, como lo será Jesús en la cruz; será consumido, como el cuerpo que Jesús ofrecerá en la cena. La imagen del cordero remite también al servidor de Yahvé (cf. Is 49, 3), inmolado como cordero (cf. Is 53, 7), pero que llevará los pecados de otros y los justificará. Desde sus primeras páginas, el evangelista insinúa así la misión redentora de Cristo. Pablo también se atrevía a decir que «nuestra pascua, Cristo, ha sido inmolada» (1 Cor 5, 7). Ese Jesús viene para nuestra salvación.

El Espíritu
Y, sin embargo, el Bautista afirma dos veces: «Yo no lo conocía» (v. 31.33), y siente que su propio bautismo («con agua», v. 31), no es el importante, es sólo preparatorio, indicativo. Pero sigue avanzando en su experiencia, y puede ahora testimoniar que ha visto al Espíritu bajar y quedar sobre él (cf. v. 32). Es el Espíritu de la fuerza de Dios que aleteaba sobre las aguas primordiales (cf. Gén 1, 1) (de allí la imagen de la paloma), el mismo también que da al siervo de Yahvé y lo hace «luz de las naciones» para que su salvación «alcance hasta el confín de la tierra» (Is 49, 6). Ese Jesús es de la categoría de los profetas, invadido por el Espíritu del Señor.
Pero el conocimiento del Bautista es todavía insuficiente, hasta que el Señor le haga percibir, por una inspiración, que este Jesús, este servidor que recibe al Espíritu, es el que «bautiza con Espíritu santo» (v. 33). Es decir, el que dará la vida plena a toda la humanidad, una vez investido de poder por su resurrección.
Reconocer quién es Jesús no es tan fácil, ni tan inmediato, es algo más bien progresivo. El precursor que ha «visto» puede, de manera más consciente, dar un testimonio nuevo: se trata del Hijo de Dios, reconocido anticipadamente. Todo el evangelio de Juan detallará su misión y su obra. Nos indica así el camino a seguir; de algún modo todos somos precursores de Jesús; lo presentamos a otras personas como Juan a sus discípulos y como Pablo a los corintios (cf. 1 Cor 1, 1-3).
Gustavo Gutiérrez

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario