22 noviembre 2016

Pórtico del Adviento 2016

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La vida se nos presenta como un Adviento permanente. Vivimos a la espera, sin saber lo que nos espera.
El Adviento 2016 lo celebramos en el contexto de este nuevo paradigma de incertidumbre, contradicción, confrontación, cargado de preguntas sin respuestas, casi sin saber cómo resolver las opciones excluyentes: nacionalidad, lengua, religión. Y, por otra parte, se nos echan encima las víctimas, los excluidos, “los nadies”, “los sobrantes”, las periferias en las márgenes de la vida.
No faltan respuestas: “La Iglesia servidora de los pobres”, de nuestros obispos, que señala cosas imprescindibles para la paz y bienestar de todos los ciudadanos: destino universal de los bienes, la solidaridad, defensa de los de- rechos humanos, la búsqueda del bien común, el principio de subsidiaridad, el derecho a un trabajo digno y estable.
La modernidad ha cambiado la misma estructura religiosa de la persona, hasta de la misma intimidad social.
Y llega el Adviento que nos invita a celebrarlo y a movernos con creatividad, imaginación, ética, empeño, con alegría, esperanza y humor.

Tal vez
¿Poca luzpara noche tan oscura?
¿Poco calor

para tierra tan fría?
¿Poca música
para una primavera?
Pero en el corazón encendió la esperanza
Donaciano Martínez
Desde este contexto moderno, ni mejor ni peor que el de ayer, ¿cómo celebrar, vivir, traducir y aplicar el Adviento 2016 a nuestra realidad actual, social y eclesial?
Hemos de buscar las claves en la palabra del Adviento. Señalo algunas:
– “Estad en vela, estad despiertos”: Mt. 24, 42.
No podemos dormir, descansar, desentendernos de los excluidos, de las personas amenazadas, que carecen de casi todo y les envuelve, la injusticia, la violencia, la muerte. Y en positivo, como Jesús, abrazar, acoger a todos los perdidos y extraviados y ofrecer la Buena Nueva a los que no la tienen, aliviar el sufrimiento y ayudar a ser felices a todo el que encuentres en el camino.
– “Preparad en el desierto el camino del Señor…
Que lo torcido se enderece y lo escabroso se allane”: Is. 40, 3-4Somos testigos que se tuercen y retuercen los derechos humanos, las víctimas y hasta el Evangelio.
Dios se funde con la vida humana en el nacimiento de Jesús de Nazaret. Desde entonces, proyectar la forma de vida en conformidad con los dichos y hechos de Jesús es recuperar la esperanza. Porque Dios se nos ha revelado en Jesús. Y a Jesús le encontramos en todo lo que es verdaderamente humano, en todo lo que es vida. Y precisamente el Adviento es llamada a volver a Jesús, que se dedicó a anunciar el Reino de Dios, así lo muestra en los sumarios o resúmenes: «Curaba todas las dolencias y enfermedades» (Mt. 4, 23). «Todos los que le tocaban, quedaban curados» (Mt. 14, 35). «Mucha gente vino a Él y le sanó» (Mt. 19, 2).
Se nos indica diagnosticar, individualizar, ponerle nombre a las llagas y sufrimientos de la gente y aplicarles remedios.
Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír: «El Espíritu del Señor está sobre mí. Él me ha ungido para llevar buenas noticias a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos, y a los ciegos que pronto van a ver. Parar poner en libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor» (Is. 61, 1. Lc. 4, 14-22). Jesús omite el día del desquite de nuestro Dios.
Y entonces concluimos: el ADVIENTO 2016, es un revulsivo que nos provoca y exige volver a Jesús, como lo está haciendo el obispo de Roma, Francisco.
Nicolás Castellanos Franco, osa
obispo emérito de Palencia

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