01 septiembre 2016

Domingo 4 septiembre: Para la Catequesis

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XXIII Domingo del Tiempo Ordinario
4 de septiembre, 2016
Lecturas: Sabiduría 9,13-19; Salmo 89; Filemón 9b-10.12-17; Lucas 14, 25-33
Lo que cuesta seguir a Cristo
Mucha gente seguía a Jesús; y él se volvió y dijo: “Si alguno viene a mí y no me ama más que a su padre, a su madre, a su esposa, a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun más que así mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no toma su propia cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. Si alguno de ustedes quiere construir una torre, ¿acaso no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con que terminarla? De otra manera, si pone los cimientos y después no puede terminarla, todos los que lo vean comenzaran a burlarse de él, diciendo:
“Este hombre empezó a construir, pero no pudo terminar.” O si algún rey tiene que ir a la guerra contra otro rey, ¿acaso no se sienta primero a calcular si con diez mil soldados pueden hacer frente a quien va a atacarlo con veinte mil? Y si no puede hacerle frente, cuando el otro rey este todavía lejos, le mandara mensajeros a pedir la paz. Así pues, cualquiera de ustedes que no deje todo lo que tiene, no puede ser mi discípulo. (Lucas 14, 25-33)

Reflexión
En las lecturas de esta semana vemos en la primera lectura como a veces la sabiduría de  Dios es misteriosa y no comprendemos su voluntad, pero El Espíritu viene siempre en nuestra ayuda para iluminarlos. En el evangelio Jesús nos dice que seguirle a Él tiene un costo. No podemos decir si, sin considerar a que nos estamos comprometiendo.
¿Son capaces de sacrificarse por los demás? ¿Qué creen que les pide Jesús? ¿Están dispuesto hacerlo, aunque les cueste?
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Actividad
Vivimos una época de mucho materialismo. Para seguir a Jesús necesitamos pensar mas en los demás y no centrarnos en tener cosas. Pensemos en algo bueno que podemos hacer Por los demás.
Oración
Señor, a veces buscamos lo más fácil y cómodo y servimos a nuestros propios dioses. Danos tu luz y generosidad para escuchar tu voz y seguirte, sabiendo que nuestro esfuerzo y sacrificio es pequeño comparado con la gracia de tu amor y presencia. Amen.

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