08 septiembre 2016

Domingo 11 septiembre: para la Catequesis


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XXIV Domingo del Tiempo Ordinario 
11 de septiembre 2016
Lecturas: Éxodo 32,7-11.13-14; Salmo 50; 1 Timoteo 1, 12-17; Lucas 15, 1-32
Todos los que cobraban impuestos para Roma y otra gente de mala fama se acercaban a Jesús, para oírlo. Los Fariseos y los maestros de la ley lo criticaban por esto, diciendo: Este recibe a los pecadores y come con ellos. Entonces Jesús les canto esta parábola: ¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las otras noventa y nueve en el campo y va en busca de la oveja perdida, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, contento la pone sobre sus hombros, y al llegar a casa junta a sus amigos y vecinos, y les dice: Felicítenme, porque ya encontré la oveja que se me había perdido. Les digo que así también hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte que por noventa y nueve personas buenas que no necesitan convertirse.
“O bien, ¿Qué mujer que tiene diez monedas y pierde una de ellas, no enciende una lámpara y barre la casa buscando con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: Felicítenme, porque ya encontré la moneda que había perdido. Les digo que así también hay alegría entre los ángeles de Dios por un pecador que se convierte. “Jesús conto esto también: “Un hombre tenía dos hijos, y el más joven le dijo a su padre: Padre, dame la parte de la herencia que me toca. Entonces el padre repartió los bienes entre ellos. Pocos días después el hijo menor vendió su parte de la propiedad, y con ese dinero se fue lejos, a otro país, donde todo lo derrocho llevando una vida desenfrenada. Pero cuando ya se lo había gastado todo, hubo una gran escasez de comida en aquel país, y el comenzó a pasar hambre. Fue a pedir trabajo a un hombre del lugar, que lo mando a sus campos a cuidar cerdos. Y tenía ganas de llenarse el estómago con las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Al fin se puso a pensar: ¡Cuántos trabajadores en la casa de mi padre tienen comida de sobra, mientras yo aquí me muero de hambre! Regresare a casa de mi padre, y le diré:
Padre mío, he pecado contra Dios y contra ti; ya no merezco llamarme tu hijo; trátame como a uno de tus trabajadores. Así que puso en camino y regreso a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión de él. Corrió a su encuentro, y lo recibió con abrazos y besos. El hijo le dijo: “Padre mío, he pecado contra Dios y contra ti; ya no merezco llamarme tu hijo. Pero el padre ordeno a sus criados: saquen pronto la mejor ropa y vístanlo; pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el becerro más gordo y mátenlo. ¡Vamos a comer y a hacer fiesta! Porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a vivir; se había perdido y lo hemos encontrado. Y comenzaron a hacer fiesta. “Entre tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Cuando regreso y llego cerca de la casa, oyó la música y el baile. Entonces llamo a uno de los criados y le pregunto qué pasaba. El criado le dijo: Es que su hermano ha vuelto; y su padre ha mandado matar el becerro más gordo, porque llego bueno y sano. Pero tanto se enojó el hermano mayor, que no quería entrar, así que su padre tuvo que salir a rogarle que lo hiciera. Le dijo a su padre: Tú sabes cuantos años te he servido, sin desobedecerte, nunca y jamás me has dado ni siquiera un cabrito para hacer fiesta con mis amigos. En cambio, ahora llega este hijo tuyo, que ha malgastado tu dinero con prostitutas, y matas para él el becerro más gordo. El padre le contesto: Hijo mío, tu siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es suyo. Pero ahora es muy justo hacer fiesta y alegrarnos, porque tu hermano, que estaba muerto, ha vuelto a vivir; se había perdido y lo hemos encontrado.” (Lucas 15,1-32)
Reflexión
En el evangelio de esta semana encontramos 3 historias algo distintas, pero con el mismo mensaje. ¿En sé que se parecen las 3 historias? Todos han perdido algo y hacen una gran fiesta al encontrarlo. ¿Qué crees que está tratando de decirnos Jesús? Jesús siempre se alegra de que las personas regresen a él cuándo se han perdido. ¿Piensas tú que cuando te arrepientes de algo malo que has hecho, Jesús te perdona y te espera para abrazarte? Compartir
Actividad
Preparar el cubo de perdón que se encuentran en el siguiente archivo. Hacer un compromiso de perdonar a la persona que hayan ofendido y celebrar el encuentro con algo especial.

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EL CUBO DEL PERDÓN

Oración
Señor, tu siempre tienes los brazos abiertos para recibir a quienes regresan a ti. Enséñanos a ser generosos, misericordiosos para perdonarnos unos a otros y llenarnos de tu amor. Amen

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