1. La designación de los discípulos como «pequeño rebaño» —imagen muy repetida en el Antiguo Testamento— indica dos cosas: la pequeñez de su número y la protección de que es objeto por parte de Dios. La confianza del fiel está puesta en la donación del reino por Dios, que es la promesa fundamental hecha al cristiano. Por consiguiente, «buscar el reino» es acogerlo (Dios lo da) y llevarlo a cabo (con nuestra modesta ayuda). El deseo es claro: «Venga tu reino».
2. Las dos parábolas siguientes incluidas en este pasaje se refieren al mismo tema: la espera vigilante del retorno del Señor. Ésta es la actitud de los buenos servidores que aguardan toda la noche, en actitud de compromiso, la vuelta de su señor (recordemos que, cuando Lucas escribe su evangelio, Jesús ha ascendido al cielo, y sus discípulos esperan su retorno en la convicción de que es preciso mantenerse activamente despiertos y vigilantes frente a las dificultades que conlleva la incertidumbre de la «hora», del momento crucial); y es también la actitud del administrador sensato que se comporta justamente con sus súbditos.
3. Lo que pretende inculcar Lucas en este evangelio es la acogida que los cristianos —como Iglesia o comunidad— debemos dispensar a Dios, que llega como juicio, como salvación y como reino. De este modo le rendimos cuentas de lo que hacemos en cada momento. El acento está puesto en la confianza en el Padre. Se pretende desterrar el miedo y acrecentar la responsabilidad.
REFLEXIÓN CRISTIANA:
¿En qué o en quién tenemos puesta nuestra confianza?
¿Nos sentimos verdaderamente responsables de lo que hacemos?
Casiano Floristán
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