Inicial.
En medio del bullicio de nuestras fiestas, el Señor nos reúne de nuevo en el domingo, para celebrar juntos la Eucaristía.
En la Eucaristía de cada domingo, Dios nos guía y nos alimenta, para que seamos coherentes con nuestra fe y fieles a la misión que cada uno hemos recibido.
En la Eucaristía de cada domingo, el Señor nos alienta y consuela, nos hace capaces de aceptar las dificultades y las cruces que siempre trae consigo ser auténticos cristianos.
Nos sentimos en la presencia de Dios. Él hará fructífera esta celebración.
Primera Lectura.
Los profetas hablan en nombre de Dios y a menudo son perseguidos por ser fieles a la misión recibida. Han de estar dispuestos a sufrir hasta la muerte.
Segunda Lectura.
Nuestra vida es como una carrera; con una meta: Dios; con unos compañeros: los hermanos y con unos estorbos que hemos de apartar: nuestros pecados y malas obras.
Evangelio.
El Evangelio no es un tranquilizante, ni una droga que nos adormece. Es una llamada, que no deja indiferente a nadie y que nos obliga a aceptarla o a rechazarla.
Puestos de pie cantamos aleluya.
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