23 diciembre 2014

Recursos Misa de Medianoche

PREGÓN DE NAVIDAD
La Calenda o anuncio festivo de la Navidad, rito heredado de la antigua liturgia romana, puede tener un papel interesante a la hora de dar expresividad a la celebración de esta fiesta. No es que haya que considerarla como una de las partes de la celebración, ni como uno de los elementos constitutivos de la dinámica celebrativa de este día, sino sólo como uno de aquellos ritos que podrían llamarse «ambientativos», es decir, que sin tener gran entidad en sí mismos, pueden tener en cambio gran fuerza y eficacia para dar el colorido propio a la celebración, sobre todo cuando se trata de los días más importantes del año litúrgico. Se podría comparar esta Calenda a lo que representa al inicio de la Misa o de la Liturgia de las Horas el canto del himno, o lo que es la procesión con el Cirio y el Pregón en la inauguración de la Vigilia Pascual (Delegación de Liturgia. Diócesis de San Cristóbal de La Laguna. Tenerife).
Después del saludo y unas breves palabras de introducción, un cantor, desde el ambón, podría proclamar la Calenda. Terminada la Calenda, el que preside podría introducir el acto penitencial. Y se recitan las invocaciones para el acto penitencial:

SACERDOTE:
En este día de NAVIDAD resuena el gran anuncio de los Ángeles, hoy repetido por Ia Iglesia en todo el mundo: “¡Gloria a Dios en lo alto del cielo, paz en la tierra a los hombres que Dios ama. Venid, adoramos al Salvador!”. Jesucristo es el centro del cosmos y de la historia,. Era el esperado de toda la humanidad. Por esto recordamos la Historia de esta espera: El anuncio de este suceso de salvación.
LECTOR:
Habían pasado millones de años desde que Dios quiso crear de la nada el cielo y la tierra.
Habían transcurrido muchos siglo desde que la luz y la vida fueron suscitados por el poder de Dios, y la tierra se llenó de árboles y plantas, los mares de peces, el aire de pájaros, los bosques de animales. Después incluso de muchos siglos, Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, sopló sobre él el espíritu de la vida, y después de la desobediencia y del pecado prometió la venida de un Salvador. Dos mil años después de que nuestro padre Abraham salió de su país de Ur de Caldea, para llegar a la tierra prometida como primicia del pueblo elegido.
Quince siglos después de la liberación del pueblo de Israel, cuando Dios lo hizo salir de Egipto, atravesando admirablemente el Mar Rojo y a lo largo del desierto lo condujo a la Tierra Prometida.
Mil años después de la unción real de David, el pastor humilde, elegido por Dios e indicado por el profeta Samuel para ser Rey del pueblo de la Promesa y antepasado del Mesías y Pastor de Israel. Después de años de larga espera y destierro, cuando Dios mandaba profetas a su pueblo para mantener despierta la esperanza en las promesas de un Mesías que debía liberar a Israel del yugo de sus opresores.
En la ciento noventa y cuatro Olimpiada de Grecia, en el año setecientos cincuenta y dos de la fundación de Roma, el año cuarenta y dos del reinado del emperador Octavio Cesar Augusto, cuando una inmensa paz reinaba sobre todo la tierra: Jesucristo, el Dios eterno, e Hijo del eterno Padre, quiso consagrar el mundo con su misericordiosa venida.
Anunciado por Gabriel el arcángel, concebido por obra del Espíritu Santo, nació en Belén de Judá, hecho hombre de la Virgen María.
Ésta es la Navidad de Nuestro Señor Jesucristo según la carne. Venid, adoremos al Salvador. Él es el Enmanuel,el Dios-con-nosotros.
ACTO PENITENCIAL
En esta Noche, Señor, sí que estamos “para fiestas”. Pero queremos acercarnos a ti con un corazón limpio de tinieblas. Por eso te pedimos que nos mires, también, con misericordia, que es “lo tuyo”:
• Por todas las guerras y violencias que todavía oscurecen nuestro mundo: Señor, ten piedad.
• Por todas las malas caras, por las incomprensiones e intolerancias: Cristo, ten piedad.
• Por nuestras falsas alegrías, por nuestros egoísmos y nuestra insensibilidad e indiferencia: Señor, ten piedad.
A continuación se entona el GLORIA
OFERTORIO
En el momento de las ofrendas puede hacerse una solemne procesión trayendo, desde el fondo de la iglesia, la imagen del niño Jesús. Hay que preferir alguna imagen que no sea demasiado “ñoña”, sino algo más “moderno” de acuerdo con una sensibilidad más actual. Debe traerse con los brazos en alto, para que todo el mundo pueda verlo. Y puede acompañarse por un grupo de personas haciendo una danza sencilla pero solemnemente alegre. No es algo difícil ni imposible. Gracias a Dios, existe hoy en el mercado un folleto, no muy grande y tampoco caro, de Mª Victoria Hernández precisamente para ocasiones como ésta, que pretende poner a nuestro alcance, de un modo sencillo y práctico, esta posibilidad: Mª Victoria Hernández, “Danza contemplativa”, Ed. San Pablo, Madrid 2005.
ENVÍO
La noche se ha llenado de luz. ¡Es Nochebuena! La noche en que celebramos el nacimiento de Jesús, príncipe de la paz. Id, pues, a vuestras casas, a anunciar la Buena Noticia de un Dios que vela siempre por nosotros. Anunciad a todo el mundo la paz y la alegría. ¡Podéis ir en paz!

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