Monición de entrada
Queridos hermanos, estamos ya en el cuarto domingo de Adviento, que cada año tiene un color mariano muy marcado en la liturgia, puesto que la Santísima Virgen María fue la que mejor vivió el Adviento y la Navidad.
En esta Eucaristía queremos aprender de la Virgen María a esperar al Mesías. Comencemos cantando.
Moniciones a las lecturas
Monición única para todas las lecturas
El IV domingo de Adviento tiene ya el sabor de la Navidad. Por eso las lecturas de hoy van situándonos en el escenario de los hechos, nos presentan a los personajes que los protagonizarán y nos ayudan a descubrir el sentido profundo de lo que vamos a celebrar muy pronto.
Preparémonos nosotros también, escuchando atentos esta palabra.
Moniciones para cada lectura
Monición a la primera lectura (Mi 5, 1-4a)
Escucharemos una profecía de Miqueas, que tiene lugar en una época de depresión histórica, en que la pequeña Belén sufre bajo la presión siria y el rey Acaz no tiene descendencia. En esas circunstancias surge la promesa de un retoño, que a largo plazo se cumple en Jesús
PRIMERA LECTURA
Lectura de la profecía de Miqueas 5, 1-4a
Así dice el Señor:
«Pero tú, Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel.
Su origen es desde lo antiguo, de tiempo inmemorial.
Los entrega hasta el tiempo en que la madre dé a luz, y el resto de sus hermanos
retornará a los hijos de Israel.
En pie, pastoreará con la fuerza del Señor, por el nombre glorioso del Señor, su Dios.
Habitarán tranquilos, porque se mostrará grande hasta los confines de la tierra, y éste será nuestra paz».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Sal 79)
El salmo 79 parece dar prisa a Dios para que la venida de su Hijo nos llene de alegría. Nosotros también pedimos la venida del Hijo de Dios diciendo juntos:
Salmo responsorial: Salmo 79, 2ac y 3b. 15-16. 18-19
R. Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
Pastor de Israel, escucha,
tú que te sientas sobre querubines, resplandece.
Despierta tu poder y ven a salvarnos. R.
Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó,
y que tú hiciste vigorosa. R.
Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre. R.
Monición a la segunda lectura (Hb 10, 5-10)
También en la carta a los Hebreos hoy se nos habla de la venida de Jesús, pero aquí como sacerdote, que no debe entenderse primariamente en relación con los sacrificios sino en su función de mediador (pontífice) entre Dios y los hombres.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 10, 5-10
Hermanos:
Cuando Cristo entró en el mundo dijo: «Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: «Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad»».
Primero dice: «No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni víctimas expiatorias», que se ofrecen según la Ley. Después añade: «Aquí estoy yo para hacer tu voluntad».
Niega lo primero, para afirmar lo segundo.
Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Lc 1, 39-45)
El Evangelio de San Lucas nos relata el encuentro entre dos mujeres sencillas, representantes del Antiguo y del Nuevo Testamento, que es también el encuentro entre el Mesías y su Precursor.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 39-45
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito:
—«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presentemos a Dios Padre nuestras necesidades, por la intercesión de María, modelo de fe y esperanza, para que la venida del Salvador haga florecer la paz entre los hombres. Lo haremos diciendo todos: «Señor, escucha la oración de tu pueblo»
- Por la Santa Iglesia, para que anime con la caridad evangélica los esfuerzos orientados a la construcción del Reino de Dios entre los seres humanos. Oremos.
- Por los responsables del gobierno de las naciones, especialmente los de nuestro país, para que pongan a la base de sus planes de gobierno el valor primario de la persona humana, según la enseñanza y el ejemplo de Cristo, nuestro Maestro. Oremos.
- Por los enfermo y cuantos pasan algún tipo de necesidad para que encuentren ayuda generosa y fraterna en las comunidades cristianas y puedan disfrutar de alegría y seguridad. Oremos.
- Por nuestra comunidad, para que camine al encuentro del Señor con renovado espíritu y con gran fe se prepare para celebrar el nacimiento de Cristo. Oremos.
Presentación de las Ofrendas
Queridos hermanos, preparemos ahora la mesa de la Eucaristía, llevando el vino y el pan. Con ellos ofrecemos nuestra vida y sus esfuerzos cotidianos. Cantamos.
Comunión
Del seno purísimo de la Virgen María toma cuerpo el Hijo de Dios, que ahora se nos ofrece en el banquete eucarístico. Acerquémonos a recibirle y cantamos…
Final
En compañía de nuestra Madre Santísima, la Virgen María, nos vamos a nuestros hogares, a seguir preparándonos con más empeño para la Navidad. Ya son los últimos días de Adviento.
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