1.- Muchas veces da la impresión de que nos da miedo ir a la causa de las cosas y de nuestros problemas y nos acostumbramos a poner parches que, en realidad, nada solucionan, pero sí agravan los problemas.
- Si una casa se agrieta, la solución no está ni en tumbarla ni en tapar las rajas con un poquito de cemento. Hay que ver el por qué de esas grietas para poder atajar el problema de raíz.
- Eso mismo nos ocurre ante los problemas políticos o económicos de país. Pretendemos arreglarlos con unos cuantos parches; pero no agarramos al toro por los cuernos, como se suele decir. Y, entonces, los problemas cada vez se hacen más difíciles de solucionar.
- Así mismo hacemos con nuestros problemas familiares morales; buscamos parchecitos, pero no vamos a la raíz de los mismos y, por eso, no los arreglamos sino que cada vez se van agigantando más.
La verdad es que nuestra sociedad va en busca de lo fácil, de lo que no complica mucho la vida, aunque con esas actitudes, a la larga, la complicamos más.
2.- En el evangelio que acabamos de escuchar, le preguntan a Jesús: “¿Qué piensas del divorcio?” (Mc.10,2). Si Jesús se hubiera ido por lo fácil, hubiera contestado: “Es una buena solución para la parejas que no se llevan bien”.
- Pero Jesús no cae en la trampa de quienes pretenden justificar su divorcio fácil y machista, como solía ser el divorcio judío. Jesús no es un pone parches.
+ Jesús es consciente de que existen parejas con problemas, unas veces creados por ellos mismos y otras veces creados por los demás.
+ Jesús es consciente de que el matrimonio es vida y en la vida siempre se hacen presentes los problemas.
La vida es un compuesto de luz y de sombras, de días y de noches, de tiempos apacibles y de grandes tormentas.
- Por ello, para Jesús, la solución de los problemas entre esposos no está, por principio en el remedio fácil, en el divorcio.
- La solución de los problemas entre los esposos, para Jesús, está en solucionarlos desde la perspectiva de Dios, de la fe y su compromiso:
+ Es desde esta perspectiva del amor, que fue lo que les llevó a unirse, como deben también arreglar sus problemas.
+ Es desde la perspectiva de su opción por la -madre” (Mc.10,7) y a comprometerse a “ser una misma cosa” (Mc.10,8), como deben arreglarse los problemas entre esposos.
+ Es desde la perspectiva de la fe, que les llevó a consagrarse para el amor y la comunión con la bendición de Dios, como deben arreglarse sus problemas.
- De ahí las palabras de Jesús:
“Lo que Dios ha unido que los hombres se esfuercen en no separarlo” (Mc.10,9).
3.- Para Jesús el divorcio, por principio, no es la solución, aunque pueda ser un mal menor:
“Por la dureza de vuestro corazón” (Mc.10,5).
- Hay ocasiones en las que, a pesar de ver los problemas desde la perspectiva del amor, de la comunión y de la fe, se hace imposible la convivencia entre esposos.
- A veces lo que debe ser, no puede ser.
- Lo que unos esposos cristianos deben tener siempre en cuenta es:
+ Que el divorcio no es el parche definitivo a poner ante cualquier problema que se presenta en la vida matrimonial.
+ Que, antes de unirse, sean conscientes y responsables de la opción que van a hacer y asumir las consecuencias de esa opción, a pesar de los problemas que se les presenten para que sea una realidad lo del evangelio:
“Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre.”
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