1.- En el evangelio del domingo anterior veíamos a Pedro queriendo convencer a Jesús de que su mesianismo debía de ser un mesianismo político; por eso se mereció el reproche de Jesús:
“Retírate, Satanás”(Mc. 8,33).
Pero los demás discípulos parece que no aprendieron la lección y siguieron, como vemos en el evangelio de hoy, con la idea de que Jesús era el rey soñado por el pueblo, un mesías político; por eso no le paran a Jesús que les va hablando por el camino de que le van a enjuiciar, va a ser perseguido y le van a crucificar (Mc. 9,31-32).
Lo que a los discípulos les importaba, era ir tomando posiciones en el poder (Mc.9,34).
2.- Hoy, como ayer, los hombres seguimos buscando y peleando en el mundo por lo mismo que a los discípulos les separaba, no por lo que Jesús luchaba.
- La fidelidad, la honradez, la lealtad en el servicio hasta la cruz no son valores que nos entusiasmen.
Jesús, sin embargo, tiene como ideal de su vida ser fiel y leal siempre en su servicio a Dios y a los hombres, aunque esto le suponga persecución y poner en riesgo su vida.
- Nosotros, como los discípulos de Jesús, vamos por caminos muy distintos:
+ Seguimos pensando en la llegada de mesías políticos y en paraísos terrenales.
“No me digas cuánto voy a ganar; dime dónde hay”.
+ Seguimos pensando en ese puesto que rinde, aunque nosotros seamos incapaces para rendir en él.
+ Seguimos ambicionando el dios dinero, como la panacea que todo lo arregla y quita todos los problemas.
+ Seguimos construyendo un mundo de competencia desleal sin importarnos a quien destruimos.
+ Seguimos pensando sólo en nuestro yo, mientras cada vez nos vamos atrofiando más para poder pensar en servir a los otros.
- Esta es la dolorosa realidad que tuvo que enfrentar Jesús con sus discípulos y a la que sigue enfrentándose también hoy con nosotros.
- Hoy, como ayer con sus discípulos, Jesús nos enseña a tener valores totalmente distintos.
- Para Jesús lo importante es:
+ La lealtad y la fidelidad, aunque conlleven cruz (Mc. 9,31).
+ El servicio al otro sin interés alguno de recompensa
(Mc.9,35).
No la pantalla que aparece, sino el orgullo de ser uno lo que es.
+ La sencillez, propia de los niños, por encima del orgullo
tonto de los mayores (Mc. 9,37).
+ Pensar en beneficio del otro, no encerrarnos en nuestra egolatría.
3.- Lo que engrandece a una persona, no es su ambición desmedida, sino la belleza de su sencillez.
- Lo que vale una persona, no se mide por su poder ni por su dinero, sino por capacidad de entrega al servicio de los demás.
Por eso decía el poeta Rabindranag Tagore:
“Yo dormía y soñé que la vida era alegría.
Desperté y vi que la vida era servicio.
Serví y vi que el servicio era alegría.”
En la tumba del padre del teólogo sudamericano Leonardo Boff sus hijos le pusieron una frase que en vida solía decir mucho su difunto padre:
“Quien no vive para servir, no sirve para vivir.”
Este es también el resumen del evangelio de hoy:
“Quien no vive para servir, aunque esto le cueste cruz, no
sirve para vivir”
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