HORARIO MISAS VERANO 2024

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INSCRIPCIONES CATEQUESIS CONFIRMACIÓN Y POSCOMUNIÓN 2024-2025

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21 agosto 2024

Moniciones y Lecturas 25 de agosto de 2024 – XXI Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B

 Monición de entrada

Queridos hermanos, en el vigésimo primer domingo del Tiempo Ordinario, les damos la más cordial bienvenida a la casa de Dios para celebrar la Santa Misa Dominical.

Estamos aquí porque hemos decidido seguir a Jesús y porque sabemos que solo Él tiene palabras de vida eterna. Somos sus seguidores y venimos a su casa, ansiosos por alimentarnos del pan de la palabra y del pan eucarístico.

Con esos sentimientos iniciamos la celebración de estos misterios cantando juntos. De pie por favor.

Moniciones a las lecturas

Monición única para todas las lecturas

Tanto Josué como Jesús se encuentran, según las lecturas de hoy, en una situación parecida. Ante las murmuraciones de las tribus y de los discípulos, ambos ofrecen la posibilidad de que cada cual tome una decisión libre y responsable. Las tribus optan por servir al Señor.  Los Doce, a diferencia de otros discípulos que prefieren abandonarle, también se acogen a la revelación de vida que Jesús, el Santo de Dios, les ha hecho. Escuchemos atentos.

Moniciones para cada lectura

Moniciones a la primera lectura (Josué 24, 1-2a. 15-17. 18b)

Josué, sucesor de Moisés, pone al pueblo ante una disyuntiva determinante de su futuro: ¿A quién queréis servir, a los ídolos o a Dios? Escuchemos atentos, porque nosotros también debemos decidirnos radicalmente por una opción.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Josué 24, 1-2a. 15-17. 18b

En aquellos días, Josué reunió a las tribus de Israel en Siquén. Convocó a los ancianos de Israel, a los cabezas de familia, jueces y alguaciles, y se presentaron ante el Señor. Josué habló al pueblo:

—«Si no os parece bien servir al Señor, escoged hoy a quién queréis servir: a los dioses que sirvieron vuestros antepasados al este del Éufrates o a los dioses de los amorreos en cuyo país habitáis; yo y mi casa serviremos al Señor».

El pueblo respondió:

—«¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a dioses extranjeros! El Señor es nuestro Dios; él nos sacó a nosotros y a nuestros padres de la esclavitud de Egipto; él hizo a nuestra vista grandes signos, nos protegió en el camino que recorrimos y entre todos los pueblos por donde cruzamos. También nosotros serviremos al Señor: ¡es nuestro Dios!».

Palabra de Dios.

Monición al salmo responsorial (Salmo 33)

El salmo 33 plantea también la oposición entre los justos y los malvados. Nosotros ahora invitamos al mundo a acogerse al Señor, diciendo juntos:

Salmo responsorial: Salmo 33, 2-3. 16-17. 18-19. 20-21. 22-23

R. Gustad y ved qué bueno es el Señor

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor;
que los humildes lo escuchen y se alegren. R.

Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos;
pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria. R.

Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos. R.

Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo libra el Señor;
él cuida de todos sus huesos,
y ni uno solo se quebrará. R.

La maldad da muerte al malvado,
y los que odian al justo serán castigados.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él. R.

Moniciones a la segunda lectura (Efesios 5, 21-32)

Hoy terminamos de leer la selección de la carta a los Efesios con una página famosa: la que habla de las relaciones entre marido y mujer, situándolas en la esfera del amor de Cristo que se entregó hasta el final por su esposa la Iglesia.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 5, 21-32

Hermanos:

Sed sumisos unos a otros con respeto cristiano.

Las mujeres, que se sometan a sus maridos como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia; él, que es el salvador del cuerpo. Pues como la Iglesia se somete a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo.

Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia.

Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para colocarla ante sí gloriosa, la Iglesia, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son.

Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues nadie jamás ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo.

«Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne».

Es éste un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia.

Palabra de Dios.

Monición al Evangelio (Juan 6, 60-69)

Terminamos hoy la lectura del capítulo 6 del Evangelio de san Juan, que hemos ido escuchando durante cinco domingos, con las reacciones de los presentes ante las palabras de Jesús. Cantemos el aleluya para la posterior escucha de esta Palabra.

EVANGELIO

 Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 60-69

En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron:

Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo:

—«¿Esto os hace vacilar?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen».

Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo:

—«Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede».

Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.

Entonces Jesús les dijo a los Doce:

—«¿También vosotros queréis marcharos?».

Simón Pedro le contestó:

—«Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios».

Palabra del Señor.

Oración de los fieles

Pidamos, queridos hermanos, a Dios todopoderoso y eterno, que nos conceda orar con tal confianza que merezcamos obtener lo que pedimos. Hagámoslo diciendo todos: «Señor, escucha nuestra oración»

  1. Por la Iglesia, para que permanezca firme en la esperanza y activa en la caridad, para poder llevar a cumplimiento la misión evangelizadora que le ha sido asignada. Oremos.
  2. Por cuantos tienen algún tipo de autoridad en el mundo, para que bajo su gobierno todos los pueblos progresen en paz, libertad y concordia, glorificando a Cristo, nuestra esperanza. Oremos.
  3. Por los que sufren soledad en el mundo, los marginados y los huérfanos, para que sientan siempre la presencia de Dios en sus corazones y reciban el apoyo de nuestras comunidades cristianas. Oremos.
  4. Por nosotros, para que la palabra que hoy hemos escuchado nos ayuda a decidirnos sin reservas a servir al Señor. Oremos.

Presentación de las Ofrendas

Gustad y ved qué bueno es el Señor. Por su bondad y misericordia es posible el fruto del trabajo del campo, del cual hemos obtenido el pan y el vino, ofrendas que llevamos ahora al altar para que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Cantemos todos…

Comunión

El Señor nos enseña: “nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede”. Guiados por el Padre Dios vayamos a comulgar para ser pueblo nuevo e hijos de la liberación. Cantamos…

Final

Hermanos, hemos celebrado juntos esta Santa Misa, que ya finaliza. Pero participar en la eucaristía no consiste en consumir materialmente la carne de Jesús. Significa adoptar su misma vida para vivir sus mismas actitudes. Esas actitudes son las que vamos a ir ahora a mostrar en la familia, en el trabajo, en la acción voluntaria, en la escuela, en el vecindario. Ahí donde se realiza nuestra labor de todos los días.

Nos vamos con el compromiso de ofrecer la vida para transformar la realidad y la historia.

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