15 agosto 2024

DOMINGO XX COMPARTIR LA INTIMIDAD

 DOMINGO XX


COMPARTIR LA INTIMIDAD
“Venid a comer mi pan y a beber mi vino que he mezclado”. La Sabiduría de Dios ha preparado un banquete y ha enviado a sus criados para que inviten a todos los que encuentren por los caminos. El texto añade una exhortación que contiene una promesa: “Dejad la inexperiencia y viviréis; seguid el camino de la prudencia” (Prov 9,1-6).
También el salmista nos invita a vivir y actuar con sensatez: “Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor. ¿Hay alguien que ame la vida y desee días de prosperidad? Guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad; apártate del mal, obra el
bien, busca la paz y corre tras ella” (Sal 33).
San Pablo nos dirige una exhortación muy semejante: “Fijaos bien cómo andáis; no seáis insensatos, sino sensatos, aprovechando la ocasión, porque vienen días malos. Por eso, no estéis aturdidos, daos cuenta de lo que el Señor quiere” (Ef 5,15-16).

COMIDA Y BEBIDA
Tras la multiplicación y reparto de los panes y los peces, Jesús recuerda en la sinagoga de Cafarnaúm el maná que alimentó a los hebreos en el desierto y se presenta a sí mismo como el pan bajado del cielo para dar la vida a los hombres.
De hecho, Jesús identifica su pan con su propia carne y sangre: “Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida” (Jn 6,51-58). Además, explica su pensamiento con dos frases que apelan a nuestro deseo de tener una vida plena:
• “Si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros”. Con esta expresión negativa, Jesús se nos entrega, bajo la imagen del cuerpo y de la sangre, como el alimento y la bebida que han de mantener en nosotros la vida nueva.
• “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el último día”. Con esta expresión afirmativa, el Señor nos propone el gran don de una vida que puede superar los límites del tiempo y de la muerte.

VIVIR, CONVIVIR Y PERVIVIR

Además, en las palabras del Maestro, al don de la vida corresponde el don de la mutua
pertenencia: “El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él”. La habitación es una imagen poderosa para reflejar la intimidad de una relación amorosa.
• “El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él”. Necesitamos un espacio que pueda ser nuestra morada. Más aún, nos pasamos la vida buscando un lugar espiritual para echar nuestras raíces. Un corazón en el que podamos descansar. Y eso es Jesús para el que se alimenta de su palabra y de su vida.
• “El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él”. Un día se presentó uno que pretendía seguir a Jesús. El Maestro le dijo que ni siquiera tenía donde reclinar su cabeza. Pero a quien se alimenta de su cuerpo y de su sangre Jesús le ofrece, casa y descanso.
Es decir, puede compartir la intimidad con el Maestro.
- Señor Jesús, tú sabes bien que deseamos ardientemente vivir de verdad, que necesitamos convivir con alguien en intimidad y que esperamos confiadamente llegar a pervivir para siempre. Al entregarte a nosotros en cuerpo y sangre, tú has querido ofrecernos esa triple posibilidad. Bendito seas por siempre, Señor. Amén.

VIVIR PARA SIEMPRE

“El que come este pan vivirá para siempre” (Jn 6,58)
1. Es sorprendente la cantidad de medidas y de productos de todo tipo que se nos ofrecen para alargar la vida. ¿A qué se debe el deseo de vivir largo tiempo?
2. Pero a una larga vida nadie le asegura los servicios adecuados. ¿No se la ve como una molestia para la familia y un gasto para la sociedad?
3. ¿Nos preguntamos alguna vez qué quiere decir Jesús cuando presenta a sus discípulos la posibilidad de vivir para siempre?
4. Jesús manifiesta que comer de su pan asegura una vida para siempre. ¿A qué pan y a qué vida se refiere?
5. ¿Comer el pan del Señor es un privilegio de algunas personas o es un don para toda la comunidad de los cristianos?
6. ¿Qué motivo puede impulsar a muchas comunidades que se dicen cristianas a renunciar al don del pan que nos ofrece el Señor?
7. ¿Y yo he aprendido a considerar el valor de la vida temporal, recibiendo con gratitud el pan de la vida eterna que Jesús me ofrece?


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