1.- Estamos rodeados de misterios. Y el misterio nos desazona y al tiempo nos atrae. ¿Y nos atrae el misterio precisamente porque procedemos, como imagen y semejanza del gran misterio de Dios, y regresamos a ese gran misterio? Pues sí. Y nos atraen todos esos otros misterios grandes o pequeños, que voy a tratar de enumerar:
–Los abismos del mar, sus grutas, sus corrientes, han espoleado al hombre hasta hacerle posible sumergirse y descubrir una mínima parte de sus misterios.
–Cualquier cavidad que nos abre la posibilidad de conocer las entrañas de la tierra nos hace soñar y hasta exponer la vida para descolgarse a la profundidad.
–La atmósfera, los astros de nuestro sistema, las galaxias han avivado el ingenio que ha dado alas al hombre haciéndole llegar a Luna y ponerse en contacto con otros astros, pero quedándose –como quien dice—en el país vecino, dejando en la oscuridad la inmensidad del misterio.
–El hombre investiga los elementos constitutivos de la materia y ha llegado a conocer los efectos de su disgregación, sin llegar a conocer la misma esencia de esa materia.
–Nos zambullimos dentro de nosotros mismos y dentro de nuestra psicología, de nuestro subconsciente, nos tropezamos con mil misterios
Y si en este caminar por la orilla de lo pequeño, limitado y material nos vamos dejando jirones de misterio a nuestro paso, ¿qué misterios no nos dejaremos en la otra orilla de lo infinito, de lo intemporal, de lo impalpable, de lo divino?
No era necesario que Dios fuera un solo Dios y Tres Personas para ser un misterio. ¿Qué sabemos nosotros de Dios? “Dios no le ha visto nunca nadie, nos dice San Juan.
2.- Pero lo importante no es lo que nosotros sabemos o sentimos de Dios, sino lo que Él es en si mismo y lo que siente por nosotros.
–El misterio de Dios Trino nos dice que Dios no pudo ser un Ser solitario, sino que siendo AMOR tuvo que ser como un hogar. No fue un solterón satisfecho de Sí mismo, fríamente sentado en el trono de su Gloria
–Que por ser amor se le escapó ese amor hacia fuera y creó el universo para poner en él al hombre, hecho a su imagen y semejanza, necesariamente amor y formador de hogar, social por esencia, para quien el egocentrismo es la negación de su propio ser.
–Y ese Dios misterioso (y tanto más misterioso cuanto más se preocupa del hombre) por volver a encaminar al hombre al buen camino, envía a su propio Hijo, y permite que la maldad humana lo mate, como los viñadores al hijo del dueño de la Viña.
–Y ese Hijo de Dios, libremente, asume que “yo doy mi vida y la tomo de nuevo”. Hecho amigo nuestro da su vida por nosotros. Nadie tiene más amor que el que da la vida por el amigo
–Y ese mismo Dios Espíritu Santo, Espíritu de amor se derrama sobre nosotros para que esa imagen y semejanza nuestra a Dios sea perfecta uniéndonos unos a otros en un mismo amor de hijos de un mismo Padre Dios y por tanto hermanos entre sí.
Esto es lo que Dios siente por nosotros, independientemente de lo que nosotros pensamos o sintamos por Él.
3.- Los vislumbres del misterio de Dios en la noche de la Fe, y sus reflejos en la Eucaristía, lo plasma así San Juan de la Cruz:
Aquella eterna fonte está escondida,
que bien sé yo do tiene su manida.
Su origen no lo sé, pues no lo tiene
mas sé que todo origen de ella vine
Aunque es de noche
La corriente que nace de esta fuente
bien sé que es tan capaz y omnipotente.
La corriente que de estas dos procede
sé que ninguna de ellas le precede.
Bien sé que tres en sola una agua viva
residen y una de otra deriva
Aunque es de noche
Aquesta eterna fonte es escondida
en este vivo pan por darnos vida
Aquesta viva fonte que deseo
en este pan de vida yo la veo
Aunque es de noche
José María Maruri, S. J.
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