1.- La Primera Carta del Apóstol San Juan es un canto al Amor de Dios. El amor es de Dios, nos dice, y por eso debemos amarnos unos a otros. Quien no ama no conoce a Dios. En el texto de este domingo encontramos la expresión «Dios es Amor», frase con la que tituló el papa Benedicto XVI su primera encíclica. Más adelante nos dirá que tenemos que permanecer en el amor para permanecer en Dios. Coincide con el consejo de Jesús en el evangelio de hoy: «permaneced en mi amor». El cristiano expresa la opción fundamental de su vida en que ha creído en el amor de Dios: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona que da un nuevo horizonte a la vida». El que tiene experiencia auténtica de Jesucristo transforma su vida y la orienta desde ese Alguien que ha conocido. A esto se refiere cuando dice que el que le ama cumple sus mandamientos. Jesús dio la vida por sus amigos y ahora nos pide que nosotros estemos dispuestos a hacer lo que nos pide. Es decir, que demos frutos de buenas obras.
2.- El amor cristiano es «Agapé», amor gratuito y entregado, que no consiste en la posesión del otro, sino en la entrega desinteresada y en el sacrificio por el otro, Agapé es, en primer lugar, un amor originario, que no nace en respuesta a otro amor previo. No es un amor de correspondencia. El amor del Padre es gratuito, El es la fuente primordial del amor: «El nos amó primero”. La mejor noticia que el hombre ha recibido es que Dios le ama personalmente. Su amor está por encima de la justicia. Es un amor apasionado, que perdona, que acude en persona en busca de la oveja perdida. Jesús ha perpetuado el acto de entrega en la institución de la Eucaristía. Si queremos ser como nuestro Padre celestial, no esperemos a que nos amen para ofrecer nuestro amor. El amor cristiano es desinteresado, no busca adquirir nada con el amor, sino comunicar lo que es y lo que tiene. Al amar confiere valor a aquello que se ama.
3.- El amor cristiano es un amor universal y preferencial por los más necesitados. Amar es entregarse, es preocuparse por el otro y ocuparse del otro. Jesús ha unido el mandamiento del amor a Dios con el amor al prójimo. Amar al «próximo» es la respuesta al don del amor de Dios. No se trata de un amor posesivo, sino oblativo, «ser para el otro». El amor-caridad siempre será necesario incluso aunque la sociedad fuese más justa. Siempre es necesaria la atención personal, el consuelo y el cuidado de la persona. Hoy celebramos la «Pascua del Enfermo», con el lema «….y caminó con ellos». Los textos evangélicos mencionan la necesidad que tenemos unos de otros cuando la enfermedad nos impide actuar con el normal desenvolvimiento. Sí, todos somos necesarios y todos somos o podemos estar enfermos, pero también todos podemos recobrar la verdadera SALUD, si así lo creemos y en consecuencia actuamos. Cuando sufrimos la limitación física nos damos cuenta de la importancia de la ayuda del hermano. La enfermedad, aunque parezca una incongruencia, ha sido y es un medio idóneo para conocer el dolor y la sensibilidad humana que una nueva forma de vivir -la que Dios nos ofrece- genera en cada uno de sus hijos. El Evangelio lanza un mensaje esperanzador, pues Jesús nos dice «levántate y anda». El quiere que seamos protagonistas de nuestra propia vida. Pidamos también hoy por los que cuidan de los enfermos. Los que dedican su tiempo a los demás deben distinguirse por su dedicación al hermano con una atención que sale del corazón, para que el otro experimente su riqueza de humanidad. El enfermo, y todo necesitado, tiene nombre y apellidos, no es un número, necesita que le escuchen y, sobre todo, que le quieran. Pero quien quiera dar amor debe estar dispuesto también a recibirlo como don.
José María Martín, OSA
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario